Vinieron como estrellas, se fueron casi desterrados
Imaginemos la escena: De pronto el nueve recibe el balón esperado durante 89 minutos. El rival está sacando el punto de oro y con ello el título; un error grosero de la defensa deja al arquero mano a mano con el delantero que ante la sorpresa sale volando a tratar de cerrar el ángulo de remate del delantero, para colmo de males, la pierna de apoyo resbala y cuando está cayendo levanta la mano en el último y vano intento por detener el inevitable gol; es entonces cuando los hinchas palpitan el tanto salvador y comienzan a levantarse de sus asientos y las gargantas ensayan sonidos guturales que están a punto de concluir en un grito interminable de triunfo; es el momento de la consagración del nueve que sólo tiene que tocar la pelota y asunto resuelto, pero… lo que natura non da, Salamanca non presta, el toque sutil no llega jamás, por el contrario, el zapato número 52 del nueve impacta con la fuerza de una bestia el esférico y éste (muy liviano por cierto) termina en las manos de un desconsolado hincha en la tribuna alta del estadio.
Un africano en Bolivia
Esta lista de nueves que pasaron por el fútbol boliviano y no hicieron los goles esperados está encabezada por el camerunés Festus Agú, un jugador cuya presencia física hacía suponer que los goles llegarían con sólo tenerlo en el área rival. Jugó en el Bolívar algunos partidos de los cuales, la mayoría, salió silbado.
Un supuesto xeneize
Los empresarios del fútbol, aquellos que no tienen escrúpulos y hacen quedar mal al gremio, han hecho jugadas en el intento de meter gato por liebre. Fue el caso de un supuesto Ricardo Stafuzza que firmó contrato con The Strongest a quien se le adelantaron 5 mil dólares antes del primer entrenamiento. La publicidad entorno a él habló (por parte de los empresarios) del nueve de Boca Juniors, que extrañamente, por esos días jugaba en el equipo de la rivera. La estafa (porque eso iba a ser) no se consumó debido a que el primer día de entrenamiento quedó al descubierto que el supuesto Stafuzza no le pegaba a la pelota ni por “prescripción médica” y para colmo de males cuando se sacó los lentes, se comprobó que tenía un ojo de vidrio.
Otros casos menos notables
Llegaron al país por camionadas (no es una exageración), vinieron a probar suerte y su capacidad para el estudio no era compatible con el fútbol. El argentino Marcelo Ibáñez (estuvo en Bolívar, The Strongest y Chaco Petrolero) dio muestras claras que cómo centro delantero iba a tener problemas, tal vez por eso decidió finalmente dedicarse a otra actividad. Llegaron a Bolivia muchos futbolistas procedentes de Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Colombia, Camerún, Nigeria, Estados Unidos, Panamá y Venezuela y volvieron a sus países con los ánimos por el suelo y con las manos vacías. Pasaron tan inadvertidos que sus nombres han sido olvidados con rapidez. Había un Pérez, González, Dos Santos, Urrutia y muchos otros que con seguridad son hoy dignos profesionales en diferentes actividades, porque a decir verdad sus aptitudes se inclinaban más por la medicina, las leyes, la ingeniería o a ser corredores de autos, sacerdotes, periodistas, productores de radio, televisión o prensa, sin olvidar que algunos también tenían habilidad para los negocios.
Historias como las contadas ocurren todos los días en el mundo del fútbol, tal vez menos o más interesantes, pero con seguridad en la variedad de esa intensa actividad que mueve millones de dólares al año, hay quienes apuestan a jugar al fútbol, como quien juega a la lotería, tal vez, en una de entre un millón de oportunidades se dé la posibilidad del éxito, sin embargo, el fútbol es tan real y tan duro como la vida misma, tener el billete ganador es muy complicado.
Datos y apuntes
Mucho ruido y pocas nueces
El brasileño Sabino llegó al Bolívar cuando los celestes contaban con jugadores de primera línea, formar parte del plantel titular resultaba muy complicado, es más, el banco de suplentes era su sitio de siempre y en las pocas oportunidades que le tocó alternar, jamás logró convencer de que lo suyo era el fútbol; resultando extraño en un deportista que venía nada más y nada menos que del Brasil, donde se supone que todos han practicado, al menos durante su niñez, el más popular de los deportes.
El gol: Tarea casi imposible
Tal vez la historia de los nueve que no podían hacer goles en La Paz se remonta al argentino Marcelo Chirimbolo, jugador de Bolívar en la década de los cincuenta. Como todo futbolista que en partidos normales no puede hacer goles, también le costaba convertirlos cuando más los necesitaba su equipo, como en los clásicos y en los torneos nacionales. Recuerdan quienes lo vieron jugar que se trataba de un futbolista cuyas condiciones daban para otros deportes y no precisamente el fútbol.
Cazador de tigres
Juan Domingo Sánchez llegó a Bolívar en la década del setenta. De larga melena, como se estilaba por esos años, fue un jugador que tenía una peculiaridad: Le hacía goles solamente a The Strongest. A lo largo del campeonato estaba en un sitio privilegiado de la banca de suplentes, pero cuando llegaba el clásico ningún entrenador se atrevía a desafiar el destino, su victima propicia fue siempre Luis Galarza quien en forma permanente se quejaba de su suerte.
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