Nacionalizaciones afectan al crecimiento del país

De acuerdo con estudios del Banco Mundial, las estatizaciones de empresas y fuentes de producción sólo estancan o aplazan todos los planes de crecimiento de los países pobres y subdesarrollados; esta es una confirmación de lo que siempre se ha sostenido en nuestro país por las experiencias sufridas desde hace muchos años, puesto que las consecuencias de las nacionalizaciones las ha sufrido la nación y, por sus derivaciones, se han alejado muchas inversiones, la producción ha disminuido y se perdió la confianza interna y externa.

Quienes alegan que las economías de Estado, la propiedad en poder de los gobiernos para su administración, han mejorado la producción y aumentado las exportaciones, falsean la verdad. Hasta ahora, que se sepa, ningún país regido por doctrinas comunistas o de socialismos extremos de izquierda, ha conseguido mejorar e incrementar la producción de ningún rubro de la economía; por el contrario, las políticas impuestas han impedido todo crecimiento y determinado que esas fuentes de empleo se llenen de “trabajadores” que no trabajan, suban los costos de producción y decaiga totalmente la calidad del producto.

El Banco Mundial, conjuntamente el Fondo Monetario Internacional, son receptáculos de muchas experiencias que han recogido en el mundo de las empresas que pasaron de sistemas privados y regidas por la libre determinación y políticas de oferta y demanda, que han fracasado y han tomado varios rumbos: las unas, que se vieron obligadas a cancelar operaciones; otras, que han tratado de conformar trabajo mixto retornando en parte a los empresarios privados y, muchas, alquilando las propiedades a cooperativas o grupos de trabajadores que intentaron -aunque vanamente- recuperar índices de trabajo con altas posibilidades de mejorar la producción, cumplir con las exportaciones y mejorar la calidad de vida de los trabajadores.

Nuestro país tiene amplias experiencias al respecto que no sirven a quienes aún sueñan con la economía imperialista del Estado populista o, mejor dicho, la administración de los gobiernos que en toda situación han fracasado y llevado al despeñadero todo lo programado. Últimamente, desde la nacionalización de las empresas que explotaban energéticos petrolíferos hasta el 1 de mayo de 2006 y que esperan aún nuevos contratos y una nueva Ley de Hidrocarburos, no han alcanzado éxito alguno y si esas empresas aún explotan parcialmente los yacimientos que tienen adjudicados, lo hacen para no perder las concesiones o con la esperanza de que las leyes que garanticen las inversiones puedan incentivar lo que con seguridad tienen planificado hacer.

Por los últimos hechos negativos, especialmente referidos a propiedades mineras, parece que es de esperar nuevas nacionalizaciones por las que, además, habrá que pagar montos elevados por concepto de indemnizaciones fuera de la devolución de inversiones hechas originalmente. Se espera que el Gobierno actúe conforme a lo que conviene al país, teniendo en cuenta que las expropiaciones y nacionalizaciones para que entren al amparo de la administración gubernamental, de nada servirán y, por el contrario, serán objeto de convertirse en desechos de la economía porque no hay economía de Estado que haya logrado triunfos, especialmente si reinan las reglas de izquierdas recalcitrantes y contrarias al bien común que pretenden, de todos modos, lograr el fracaso de todo lo que implica capitalismo, aunque el país sigue en la órbita capitalista, sin la cual no puede sobrevivir.