Durante la Segunda Guerra los paracaídas y salvavidas necesariamente debían llevar el nombre de la operaria encargada de confeccionarlos para precisar responsabilidades en caso de negligencia o sabotaje. Cuando el buque “Astoria, fue hundido por la flota alemana en el Pacífico. Elgin Staples, uno de los marinos de a bordo, apenas tuvo tiempo de tomar un salvavidas y lanzarse al agua. Cuando llegó a tierra, descubrió por casualidad que el cinturón que le salvara de la muerte había sido confeccionado por su propia madre en una fábrica norteamericana.