Víctor Hugo Rodríguez Tórrez
En otras épocas las matronas moralistas y al filo del alba acudían a las iglesias, templos y parroquias, para que sus invectivas contra el género humano alcanzasen absolución celestial. Expiadas, reemprendían la cotidianidad viperina.
Hoy Bolivia se halla en la cornisa institucional por la inecualidad política social. Recrudece la corrupción, se sobresalta a los estantes y habitantes. Se menoscaba al Estado y el principio de autoridad. La imagen internacional del país está abollada, amén del aquietamiento en el tema marítimo. Su acontecer discurre entre dinamitazos, secuestros, estados de emergencia, medidas de presión y el disco rayado “hasta las últimas consecuencias”. Se acentúan el desempleo, inseguridad e inestabilidad jurídica, intranquilidad general, agresión política, afectación a la propiedad, postergación de las fronteras y condicionamiento a la libertad de expresión.
Si bien la economía es auspiciosa, aún no genera el excedente estratégico. Según el BCB Política Monetaria, la gente compró 182 millones de dólares (“porque está nerviosa”, F. Milenio). Para rematar el desánimo, en el fútbol masticamos la eliminación de la Selección Nacional.
A dos años de las elecciones generales, habida cuenta que el Código Ordenador del Estado (CPE) alienta la participación del ciudadano como sujeto activo elegible, afloran mañaneros que se postularán para cargos (re)electivos. Más de un(a) asambleísta se diviniza para integrar la mancuerna junto a JEMA. Otros amanecidos se “(re) lanzarán” a la sena quina parlamentaria.
Universalmente la política con la administración fiscal recaen en quienes se forjan desde abajo, cumpliendo sus obligaciones ciudadanas. La sociedad les reconoce manos limpias y capacidad para asumir altas decisiones. En cambio, en el país difícil, los intereses políticos se los maneja con violencia, empellones individuales y colectivos asidos a la industria del bloqueo, paros, amenazas y plazos fatales con el imperativo ¡ahora c…! El corrillo callejero rezonga su reprobación, pero no mueve un pelo. ¡Primero yo, los demás que esperen!, parece ser la tónica no sólo en épocas eleccionarias.
Se multiplican oficialistas, opositores y audaces como candidatos de nueva data. Envolviendo el anzuelo, unos y otros se barnizan en cuanto acontecimiento pueden y hasta aguzan conflictos como el amotinamiento policial, la “tipnización” y crisis futuras para pescar en mar revuelto. Otros se camuflan como postulantes aparentemente cabales en el marasmo electoral que -se sabe- deja que desear. Los mayoristas de la política boliviana; ex altas autoridades, “moderados”, equilibristas, “perseguidos” políticos, moros y cristianos, etc., todos incontinentes por el poder, reaparecen invadiendo el carril derecho en pos de los huevos de oro.
En la novedad la ganga electoral procrea amanecedores como la dupla COB-gobierno (¿partido político?). El estamento hipocrático es fenómeno político de reciente generación. Con exceso de velocidad los choferes engrosan su poder y ventajas (ahora piden portar “canutos”) para oponerse contundentemente a todo. Esposas y policías, subalternos en la frontera sindical, hacen furibundo debut en la política. El campesinado es monopolizador del comercio informal, el transporte y también candidato automático a todo.
Desde las ánforas, los ámbitos festivos confraternan en el país más folclórico del mundo. Los embates (movimientos) sociales ahora son “murallas anti golpistas”. Algunos comunicadores, ases y “divas” de la radio/televisión fusionan influencia mediática y conveniencia política. El empresariado teniendo claro que entretanto esculpe al candidato, se subsume en la chance electoral para atornillar mayúscula liquidez económica - financiera - inversora - empleadora.
En fin, dentro de dos años dichos y otros sectores, partidos, alianzas, frentes, pactos, concertaciones y resurrectos amenizarán la “entrada” democrática -electoral desde la perspectiva de sus beneficios y utilidades.
Fluye el cuento del tío comicial para “salvar” al país y repercute hasta en la equidad de género. Con viveza criolla no sólo el binomio marido y mujer persigue el suma q’amaña familiar. Y así entre rudimentos inconvencibles a la buena fe popular, germinan quienes –dicen- rescatarán a Bolivia de la deleznabilidad.
El supremo gubernamental ostentando y movilizando al “instrumento político invencible”, afinará su repertorio madrugador. Purificará a la feligresía electora, como les acontecía a las fisgonas y de hinojos en los reclinatorios, hoy rosario de escaños y sinecuras.
Habrá diluvio de historietas para “rectificar” los caminos desandados. El pueblo amnésico, desmarcado del compromiso, voluble y quejumbroso -porque siempre se le substrae su derecho a la felicidad- tiene un par de años para sacramentar su voto político y purgarse de las herejías del último denario.
Como soberano, definidor de resultados, corresponsable de los efectos y no obstante su embarazoso transcurrir, ¿ablucionará a sí mismo en el Estado aconfesional del Siglo 21?
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |