La población boliviana se encuentra asombrada al ver el retorno masivo a su tierra natal de unos 200 mil ciudadanos que migraron a España hace unos ocho a diez años, así como por la caída abrupta de las remeses que nuestros paisanos enviaban (a costa de grandes sacrificios) a sus familiares para favorecer, además, nuestra declinante economía. Así mismo, cabe indicar que esos dos factores no han terminado de producirse y seguirán empeorando, en particular en lo que se refiere a otros 200 mil inmigrantes desocupados que se encuentran desesperados en la madre patria.
Lo más notable del caso es que nuestros compatriotas vuelven de España con nuevos conocimientos políticos y no dejan de hacer referencia al origen, desarrollo y situación actual de la crisis económica española, a la cual comparan con la de Grecia y creen que podría terminar dando muerte o cosa parecida a la moneda europea, el Euro.
Nuestros conciudadanos coinciden que a la caída del régimen franquista, se hizo cargo del Gobierno español Adolfo Suárez y se mantuvo en él durante 13 años, conservando un relativo orden y tranquilidad. Sin embargo, ese Gobierno fue sustituido por el de José María Aznar, que durante ocho años empezó a aplicar medidas económicas poco realistas que, entre otros aspectos, crearon fuentes de trabajo y un boom inmobiliario, hasta que se produjo el atentado de los trenes que originó un cambio de gobierno.
Entonces advino el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, a quien se acusa de abrir las compuestas de una política de despilfarro, subvenciones, gastos alegres, etc. que pusieron en bancarrota a España, aunque en medio de una aparente prosperidad, pero como toda apariencia es siempre engañosa.
Ese estado de cosas derivó finalmente en una grave crisis económica, en particular con el estallido de la burbuja inmobiliaria, a la que siguieron otras de no menor magnitud, que tiraron todo por los suelos, como subvenciones, absurdas autonomías, sindicatos fantasmas, pago de salarios a obreros que nunca trabajaron, cierre de empresas, bonos, empréstitos, regalos por doquier, financiamiento de ayudas para hipopótamos en Kenya y hasta un regalo de 30 millones de euros al Presidente boliviano, sin contar unas 200 ambulancias y otros, como financiar el estudio de la nueva Constitución boliviana en una Universidad de Valencia.
Esos fantásticos derroches habrían puesto a España en la bancarrota estatal y el desempleo de cerca de cinco millones de obreros, quiebra de bancos, necesidad de pedir una tabla de salvación por una supuesta lenidad del presidente Mariano Rajoy y está causando el retorno al país de otros 200 mil trabajadores que no encuentran trabajo, que dejan de enviar las remesas que antes hacían a Bolivia y servían para paliar el hambre de poblaciones rurales y urbanas y evitar una crisis financiera.
En todo caso, la lección española es que el derroche de dinero y la irresponsabilidad financiera siempre conducen a la catástrofe, porque “lo mal habido se lo lleva el diablo”.
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