Si deciden cerrar o seguir es una decisión de los socios. Esa fue la respuesta de Lenny Valdivia, directora de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), a la consulta de los periodistas sobre la suerte que seguirá la cooperativa cruceña San Luis, tras haberse detectado su situación de iliquidez, deudas cuantiosas y alta mora, que han puesto los pelos en punta de los aportantes.
Al jalar el hilo del ovillo aparecieron una serie de irregularidades que muestran cómo empresas que manejan el dinero de los aportantes, las hacen con el criterio doméstico de las amas de casa en fin de semana.
En este tipo de entidades ahorran jubilados, los que tienen unos pesos que les sobran al final de mes, los que han cerrado un negocio y no quieren abrir otro para no correr riesgos y, finalmente, los que ven el otoño de sus vidas y piensan que pueden acudir al ahorro de su vida para salir de cualquier emergencia. Los testimonios de quienes ya se sienten estafados son conmovedores.
Ahora salió a luz una serie de detalles que los socios no supieron oportunamente y es que en abril, la ASFI hizo conocer los posibles riesgos, que hubo préstamos internos no devueltos y que la administración no fue del todo clara.
El hombre de la calle quiere seguridad y protección de su dinero, porque si en el momento se habla de inseguridad física e inseguridad jurídica, no se le sume una inseguridad económica porque la banca es uno de los péndulos de la economía social que va marcando uno de los parámetros importantes de la estabilidad.
El Presidente en su discurso del 6 de agosto mencionaba el buen momento de la banca, expresada en la confianza de los ahorristas que depositan el excedente en estas casas; el correlato inmediato sería la alta confianza en estas entidades, pero el caso de la Cooperativa San Luis no se da en esa proporción y todos esperan que sea sólo un mal ejemplo.
De hecho, una cooperativa es una asociación abierta y voluntaria, porque a nadie se lo toma del brazo en la calle para obligarlo a depositar su dinero, pero una cooperativa decente debería tener un control democrático por parte de los asociados, en cuyo caso, los representantes de los ahorristas deberían estar enterados del mal momento de esta entidad y transmitir inmediatamente esta preocupación a la masa de los aportantes.
Hay otros elementos más en palestra que hacen de las cooperativas creíbles, pero este último punto no está claro, y, en estos casos, es bueno que el Gobierno, a través de la ASFI haga conocer el estado del resto de las cooperativas, para evitar un soponcio a miles de bolivianos que creen que su dinero está a buen resguardo.
El autor es editor general.
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