Ernesto Millán Bernal
En un matutino local de 27 de junio de los corrientes salió una nota con el título “Señora quinua”, con la firma de Lourdes Peralta. Al respecto hay que hacer varios apuntes.
El tema del “re-conocimiento” de la quinua, sus propiedades, la necesidad de empezar a producir este poderoso alimento a niveles de escala, ha sido impulsado por el investigador y analista Ruperto Inchausti Velasco, refiriéndose a sus intrínsecas cualidades nutricionales, como las que ofrece para el sembrado y desarrollo. Pruebas han sido efectuadas in situ, bajo su auspicio, por profesionales dedicados y conocedores de sus bondades.
El suscrito ha cooperado con la publicación de notas sobre la quinua, y ahora se conoce mucho más del preciado grano de oro. Estas fantásticas características ya han sido comprobadas por cadenas de alimentos, restaurantes y hasta la NASA. Pero lo cierto es que no se tiene suficiente producción para abastecer con dicho producto, de forma continua, a nivel mundial, considerando la declaratoria de “Año de la Quinua”.
Ahora bien, nuestra producción aproximadamente alcanza a 50 mil toneladas, de las cuales sólo aparecen registradas 30 mil, eso dependiendo de quién lo diga, ya que existen otros registros que alcanzan a 150 mil hectáreas. Se está exportando a varios países, pero no en los niveles requeridos. Lo demás se va vía contrabando hacia Perú y Chile, para aparecer éstos como productores y exportadores de este cereal en el mercado mundial.
Es verdad la quinua está ahora en la mira de todos, gracias a la promoción que se ha hecho durante los últimos 30 años, y también gracias a ello se ha podido “rescatar”, si vale el término, de manos de EEUU la patente sobre este cereal. Gracias a la acción de la Comunidad Andina de Naciones, liderada por Bolivia, la patente fue devuelta a sus originarios dueños, pues, como dice la sentencia, es “Producto originario de las Naciones Andinas”. De no ser así, otra sería la historia y para comer un buen plato de pesk´e, una sopa o un pastel de quinua hubiéramos tenido que pagar “royalties”.
Recordando lo que la soya significó para el oriente hace décadas, la quinua puede ser el boom no sólo para occidente sino para todos los departamentos, ya que han sido estudiadas y adaptadas variedades de este cereal. Hasta Santa Cruz tiene la suya, adaptada al trópico, con excelentes resultados.
Tanta es la expectativa, que muchos países han realizado estudios de tipos adecuados de maquinaria agrícola, debido a su especial tratamiento, como que ya se tiene cosechadoras, puestas en aduana, ofrecidas por los coreanos, según autoridades diplomáticas de ese país. Asimismo equipos son fabricados en Bolivia, especialmente sembradoras.
Son positivos todos los vectores concurrentes para el inicio de una producción a niveles de escala, faltando sólo la organización de grandes unidades de producción, su financiamiento y comenzar a producir quinua. De continuar este impulso y expectativa, Bolivia habrá hecho el salto más importante para potenciarse y desarrollarse integralmente.
El miedo a que la producción de quinua vaya a depredar vastas extensiones de tierra o campos dedicados a otras especies, puede que sea infundado, ya que hay estudios que dicen lo contrario, que la quinua no afecta tanto, incluso cansa menos la tierra en comparación con otros productos. Si vale la analogía, “la quinua es a los granos, como las leves pezuñas de las vicuñas, que no lastiman el verde prado”. En todo caso, hay técnicas para evitar estos excesos y abonos naturales que no afectan como lo hacen los químicos actuales.
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