Debemos creer en los yatiris

Una alegría desbordante se apoderó de mi pariente espiritual y de este viejito cegatón y menesteroso luego de escuchar decir al presidente Evo que el año 2025, con motivo del Segundo Centenario de la creación de la República de Bolivia, seríamos felices pues dejaríamos de ser pobres. Aproveché de nuestra euforia y dije a la cochabambina si podría concederme un crédito adicional de dos mil dólares que yo le devolvería puntualmente en la fecha señalada por Evito.

La prestamista me miró de la cabeza a los pies, tocó los músculos de mis brazos y piernas y me dijo imperturbable que para esa fecha tan lejana yo ya estaría sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso con mi plato de picante y mi jarra de chicha, que es como conciben el paraíso algunos cochabambinos.

Me sobrepuse a un presagio tan lúgubre y tan seguro y dije a mi comadre que nos trasladáramos al naiclú “Malena” de la ciudad de El Alto, donde se celebraría la primera fiesta bailable con motivo del Segundo Centenario de la República de Bolivia y donde seguramente encontraríamos a nuestros amigos yatiris Huayruru, Calimán y Titirico, inspiradores del mensaje presidencial pronunciado en Oruro el pasado 6 de agosto.

Ante la feliz oportunidad de bailar conmigo y darme unos “achuchones” –como dicen los españoles- la cholita aceptó mi proposición e inmediatamente me invitó a montar en mi motocicleta Harley Davidson, cubriendo en pocos minutos la ruta a la vecina ciudad en un raid al que llamamos “Polleras al viento rumbo al Segundo Centenario de Bolivia 1825-2025, siempre con Evo Morales”.

Los salones del “Malena” habían sido decorados convenientemente con fotografías de Evo Morales y Álvaro García Linera y letreros gigantescos que rezaban: “Evo y Álvaro for ever”, “Sólo Evo nos llevará a los 200 años”, “Ahora sufriremos pero el 2025 seremos felices” y otras similares.

La primera fiesta del Bicentenario de la República fue maravillosa y mi comadre Macacha me hizo bailar como perinola, pues había ocultado mi bastón en la guardarropía para no dejarme quieto ni un instante, hasta que le recordé que habíamos ido a tal fiesta para conversar con nuestros amigos yatiris para que éstos nos ilustraran acerca de la felicidad que nuestro amado Evo nos prometió para el año 2025, siempre y cuando lo sigamos fielmente, los apoyemos siempre, y votemos por él cuantas veces fueran necesarias.

El yatiri Huayruru es como yo, pues habla más elocuentemente cuando bebe unos sorbos de “champú”. El yatiri me dijo: “Paulino Huanta, nosotros le aconsejamos al presidente Evo que ofreciera felicidad al pueblo boliviano para el año 2025 y no para los días que vivimos, pues la situación está muy complicada y actualmente confrontamos muchos problemas financieros, técnicos y morales, los cuales podrían ser enmendados, corregidos, y reemplazados hasta la fecha indicada, que es simbólica y atractiva. El nos comprendió y procedió de acuerdo con nuestras sugestiones…”.

Eso fue lo que nos dijo el yatiri Huayruru; quiso seguir hablando pero mi comadre Macacha me llevó a bailar nuevamente.

Al calor del baile, mi comadre Macacha me dijo: “Yo te prestaré la cantidad que necesitas para bailar en honor a la Virgen de Urkupiña sin necesidad de que tengas que esperar hasta el año 2025 que está muy lejos…”.