“Pina” es un largometraje sobre la danza de Pina Bausch, escrito, dirigido y producido por Wim Wenders. Se estrena hoy simultáneamente en el Multicine y Mega Center La Paz.
Este filme experimental revoluciona la relación entre el cine y la danza, no sólo por estar filmado en 3D, sino por la originalidad de su planteamiento.
“Por fin una película que explora realmente las posibilidades del 3D. Pina es un ensayo sobre el espacio y el volumen, en el que Wim Wenders, a través de la tecnología, consigue dar toda una nueva dimensión al arte de la danza”, comenta Jordi Reveret, crítico cultural.
El gesto corporal fusionado con el cine reinventan la concepción del movimiento en la danza, pues con ayuda del 3D propone una escena viva que va más allá de la realidad que puede experimentar el espectador en una sala de cine o teatro.
Se sabe que Pina no solo se interesaba en “cómo se mueven los bailarines, sino qué los conmueve”. Wim Wenders consigue captar de la manera más precisa esa capacidad característica de Pina Bausch para no despersonalizar a los bailarines y presentar formas de pensar, de sentir y de crear un propio universo para cada bailarín, un momento en donde el cuerpo de cada uno de ellos desencadena imaginación, memoria y voluntad.
La lograda visión panorámica permite observar con detalle cada uno de los elementos que están en escena y explorar meticulosamente la vocación que eligió esta artista, que la llevó a vivir y morir en escena.
PINA
Philippina “Pina” Bausch (1940-2009), bailarina, coreógrafa y profesora de danza alemana es una de las grandes figuras de la danza internacional contemporánea. Construyó a lo largo de su vida lo que ahora es un legado trascendental para las artes escénicas.
Tras formarse algunos años con Kurt Jooss, figura importante para la danza expresionista en Nueva York, regresó a Alemania para trabajar en la compleja propuesta que tenía en mente y que más tarde nacería bajo el nombre de danza-teatro, propuesta que hoy es la particularidad de la mítica compañía “Tanztheater” de Wuppertal, con la que Pina trabajó el montaje de sus piezas más emblemáticas como” Café Müller”, “Bandonéon” e “Ifigenia”.
Pina vivió los procesos de hibridación de la sensibilidad posmoderna sin dejar a un lado los principios basados en la libertad de movimiento y la posibilidad de autoreflexión corporal.
Las obras de esos años son un claro ejemplo de lo que hoy se denomina “ballet posmoderno”, que se caracteriza por una propuesta estética que revaloriza lo cotidiano, incluyendo la palabra en escena y el ruido como ambiente. Este estilo alcanza su máxima expresión en las coreografías de Pina Bausch.
Pina dejó entrever que la escena va más allá de solo una técnica. Propone a la danza como un modo de concebirse, de pensarse y construir la vida, el principio y el fin de todo.
Por medio de la creatividad escénica Pina pudo construir un universo que responde a una forma de pertenecer al mundo, de significarlo y de habitarlo.
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