Hace cinco años, en medio de gran fanfarria oficial, se firmó el contrato para la explotación del yacimiento de hierro del Mutún. El acuerdo se realizó sin la debida licitación pública y únicamente participó una empresa con antecedentes no bien definidos, por lo que algunos expertos anticiparon una gran frustración, más a corto que a largo plazo.
Sin embargo, los pronósticos de los especialistas -muy criticados al principio- se confirmaron en los hechos, al extremo que la explotación del cerro de hierro terminó en un colapso de gran magnitud, el contrato con la empresa hindú fue anulado, el Gobierno se vio en aprietos y el proyecto volvió a fojas cero, naturalmente para gran desaliento del pueblo boliviano.
La aparente solución del problema del Mutún al rescindir el contrato con la empresa Jindal Steel pareciera, sin embargo, que no tiene alcance positivo, ya que el asunto en vez de ser resuelto se estaría agravando. En ese sentido, de acuerdo con la versión popular “la medicina sería peor que la enfermedad”.
En efecto, el nuevo problema consistiría en que ya no sería una empresa foránea privada la que practique una política colonial de explotación y exportación, sin la previa industrialización interna de la materia prima del Mutún, sino que el Estado es el que cumple ese objetivo antinacional que se limita al saqueo del recurso natural (en este caso el hierro). En esa forma, la centenaria colonización económica de nuestro país simplemente habría pasado de manos, con el agravante, además, de que quienes critican al sistema de colonización son los primeros en aplicarlo e inclusive con más energía y decisión que bajo el régimen privado.
La confirmación del paso de la aplicación de esa política colonizadora de manos de la empresa privada a manos del Estado se confirma en las declaraciones y los hechos que se registran desde hace algunos años y que fueron denunciados en estas columnas. En efecto, la firma Jindal Steel empezó y continuó sus actividades, dedicándose sólo a explotar y exportar materia prima de hierro en bruto, inclusive con autorización del Gobierno. Esa empresa no pudo seguir esa labor por diversas causas y terminó abandonando el país.
Enseguida el Gobierno anunció que seguiría explotando el hierro del Mutún y ahora la estatal Empresa Siderúrgica del Mutún acaba de anunciar que se propone exportar dos millones de toneladas de mineral de hierro acumuladas en el proyecto, lo cual significa, con transparencia, que la actividad colonizadora privada está pasando a la actividad colonizadora del Estado, lo cual agrava el delito.
La actual política de “descolonización” se basa en medidas superficiales y anuncios folclóricos que no tocan ni la superficie del problema. En esa forma, la colonización del país se confirma cuando el Gobierno se dedica a exportar materias primas (como el hierro), sin la previa industrialización, a potencias extranjeras. La supuesta lucha anticolonial está reducida a asuntos de mínima cuantía como tomar “mokochinchi” en vez de Coca Cola, distribución de bonos a cargo de militares, mantener carreteras, decir “patria o muerte” y otros clisés de mínima cuantía. La verdadera lucha anticolonial consiste en explotar materas primas, industrializarlas dentro del país y recién exportarlas, meta de la que estamos cada vez más lejanos.
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