Tuvimos la suerte de conocer muy de cerca a muchos de aquellos hombres y mujeres que fueron artífices del restablecimiento del proceso democrático en el país, que se produjo en octubre de 1982. Nombrarlos uno en uno demandaría mucho espacio o se podría incurrir en inaceptables omisiones.
Desde ese año a la fecha, hemos visto cómo la ciudadanía se ha esforzado por aprender a convivir en democracia, sistema de gobierno que mostró aciertos que provocaron júbilo y desaciertos que causaron desencanto en la ciudadanía del oriente y occidente, del campo y de la ciudad, debido a la falta de soluciones a sus problemas más elementales y perentorios.
En consecuencia, debemos tomar conciencia de los errores, mayúsculos o minúsculos, para rectificarlos, con la perspectiva de construir un mundo donde el discurso tenga relación con la realidad, donde sea prioridad el bien común y sean secundarios los apetitos personales o de grupo.
Hagamos de la democracia un medio para ofrecer mayores oportunidades de progreso, sin exclusiones, que la justicia social esté en consonancia con las exigencias del momento histórico, posibilitando una mejor calidad de vida para todos.
Es necesario analizar permanentemente nuestra situación socio-económica y político-cultural, con el propósito de formular propuestas de solución a los múltiples problemas que preocupan al país, coordinando los lineamientos teóricos con las necesidades prácticas, en el marco de los principios básicos de la democracia, con solidaridad.
Somos parte de una generación de bolivianos que vio resurgir la democracia y por ello estamos identificados plenamente con los supremos intereses nacionales, con las aspiraciones de bienestar social de quienes viven en el territorio patrio.
Nuestra participación en el proceso democrático tiene que ser un aliciente para las fuerzas sociales más dinámicas y representativas del agro, las minas y las ciudades, con quienes estamos comprometidos para empujar el carro de la transformación. No tememos asumir nuestro rol en este histórico proceso político que representa el presente y el futuro, contribuyendo con ideas, proyectos y estrategias, que signifiquen un verdadero avance hacia el desarrollo sostenido, con justicia social, tan anhelada hoy como ayer.
Las inquietudes democráticas no son de un sector u otro, exclusivamente, sino de la población en general, que tiene cifradas esperanzas en obtener pan, techo, libertad. Para este cometido, los bolivianos y bolivianas de pensamiento democrático y vocación de servicio a la Nación deben extremar esfuerzos, pensando en los supremos intereses de la Patria.
Asimismo hacemos un ferviente llamado a todos quienes se proclaman demócratas y amantes de la libertad, para estrechar filas y unir voluntades en contra de toda forma de opresión que quieran imponernos fuerzas extrañas, en desmedro del espíritu democrático.
En suma: estamos conminados, ante la historia y los hombres, a fortalecer la institucionalidad democrática, con trabajo, esfuerzo y unidad, a fin de legar un futuro mejor a quienes nos sucederán mañana, es decir las nuevas generaciones de hombres y mujeres de Bolivia.
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