Todos tienen presente la imagen del dueño del balón, esa persona decide cómo se debe jugar, el momento en que se inicia y cuándo debe concluir el juego. Los dueños del balón amenazan y meten miedo a sus propios amigos, de manera que recuerdan a cada momento que el juego terminará mal sin balón, si no se juega a su manera. Así aprendimos que no hay que enojar al dueño del balón.
El dueño del balón en la economía nacional es el Ministro de Economía, quien luego de lanzar la premisa denominada extrema pobreza, decidió que la barrera para colocar a los bolivianos por encima o debajo de la extrema pobreza era un dólar, no dijo siete o diez bolivianos, sino le pareció rimbombante el término un dólar.
De acuerdo con este concepto del dueño del balón de la economía, a partir de ahora, para utilizar categoría como pobreza, extrema pobreza o rangos afines hay que partir de un dólar.
Por supuesto que medir la pobreza es difícil, no hay un método único, porque la pobreza se relaciona con diversos tipos de insatisfacción, aun aquellos que creen que la pobreza se circunscribe a los privados de bienes y servicios, terminan por admitir que en esta medición intervienen factores de tipo valorativo y moral, que cada individuo sopesa de manera diferente en un momento determinado.
Es que la pobreza está relacionada con distintas condiciones de insatisfacción y privación del ser humano; así, una familia de seis miembros, de los cuales sólo uno trabaja, estará en la línea de la extrema pobreza, pero esa misma familia puede estar en la pobreza moderada si en el barrio en el que viven se cuenta con los servicios básicos de energía eléctrica, agua y servicio de gas.
Según una publicación de la CEPAL del año pasado “la teoría no permite elegir un método sobre los demás, ya que todos tienen defectos y virtudes; más bien es la práctica la que ha resuelto la elección de un método, de acuerdo con el contexto en el que se aplica”.
Queda claro que quien desea basarse en el dólar como patrón tiene en mente que con un bono (x), saltará de la línea de pobreza extrema al lado de los no tan pobres (miles de bolivianos), luego, como todo bono es bueno, mientras más bonos haya, menos pobreza extrema se tendrá.
Ecuación demasiado simple y frágil que se rompe fácilmente en el momento en que el bono se suspenda. Entonces aparece el viejo axioma chino de dar el pescado un día para saciar el hambre o el enseñar a pescar, para que coma el resto de sus días.
Los estudios concurren al mismo afán: crear fuentes de empleo, apoyar a todo aquél que brinde fuentes de trabajo, clausurar menos negocios y alentar a quien abra fuentes de empleo. Así todos tendrán balones y podrán jugar sin reglas creadas bajo el capricho del único dueño.
El autor es editor general de EL DIARIO.
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