Hace unas semanas la Gobernación (ex Prefectura) organizó un festival de danzas autóctonas del departamento de La Paz, y con ese motivo se trasladaron a esta ciudad grupos folklórico nativos de varias regiones, apareciendo algunas danzas que eran desconocidas o poco conocidas por los habitantes de nuestra querida urbe paceña.
El argumento para este festival -por supuesto la política de lo indígena- según el presidente de la Asamblea departamental fue el de rescatar la cultura que tiene el departamento de La Paz en sus 20 provincias, y no faltó la declaración de uno de los participantes en un grupo que exalta al “puma”, seguramente como un “totem” de sus creencias vernaculares, afirmando que los paceños deberíamos olvidar lo “extranjero” y renacer el espíritu indígena y originario que caracteriza -según él- a los pobladores del departamento de La Paz.
Esta última opinión encaja en el discurso anti cultura occidental del gobierno de los cocaleros, que con una visión “indigenista” -una de sus posturas- proclama la imposición de la cultura o culturas aymara del occidente de nuestro país, sobre las demás del país, en especial sobre la que sostenemos los varios millones de ciudadanos de la República que somos mestizos, es decir un producto de las culturas europeas, traída por la conquista española y originada en la greco - romana - judeo - cristiana y las nativas da diversas tonalidades, pero fundamentalmente la occidental basada en el idioma español que deriva del latín, y la filosofía fuertemente individualizada y de libertades, originada en los derechos naturales del hombre.
La “xenofobia” de algunos discursos del régimen, en especial contra lo que significó la colonia española que llegó a lo que fue el Kollasuyo en 1532 y duró hasta 1825 y luego como cultura siguió hasta este tiempo, con los ingredientes vernaculares, parece que ha hecho eco en algunas mentes de gente del campo, que cree que el “vivir bien” es volver a antes de la llegada de los españoles, es decir antes de 1532.
Esta postura xenófoba de algunos sectores del “masismo” responde al discurso anti k’ara, en especial del señor García Linera que en su difuso pensamiento político hace una mezcla del marxismo ortodoxo, con posturas racistas, pues no otra cosa significa el desahuciar la cultura de los k’aras (criollos y mestizos), proponiendo infravalorarlos, humillarlos, etc.
Es cierto que la colonia cometió excesos, como el de no permitir que los indígenas accedan a la cultura occidental, especialmente a la lectura y el idioma español, que los mantuvo en la ignorancia y la explotación, situación que remedió la Revolución Nacional, dándoles la categoría de ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones de todos los bolivianos, dotándoles de la propiedad de la tierra, y dándoles oportunidad de acceder a la lectura y el conocimiento. Prueba de ello es que hoy los indígenas y sus descendientes hablan bien el español, leen y escriben en este idioma y tienen las posibilidades de acceder a la educación en todos sus niveles.
Una de las características de la cultura de occidente es sin duda el desarrollo de la ciencia y la técnica, producto de la investigación y las políticas volcadas por los países capitalistas a esta actividad, ciencia y técnica de la que disfrutan los indigenistas xenófobos, pues gustan de trasladarse en vehículos, adquieren helicópteros, aviones, sistemas informáticos, etc., de factura occidental capitalista; se visten con las ropas de moda y usan orgullosos los apellidos traídos por los conquistadores españoles, aunque en estos tiempos por interés y alguna dosis de demagogia, en sus actos públicos en la sede de gobierno se visten con sus trajes tradicionales.
El mestizaje como resultante de la mezcla de tipos humanos y especialmente de culturas, es hoy la nota en toda Latinoamérica y seguramente en el mundo, más aún cuando estamos en los tiempos de la “globalización”, cuando los usos y costumbres en las naciones del planeta se están uniformando, gracias a la tecnología de la información y comunicación, lo demás es pura postura demagógica, para decir soy indígena originario, pero occidentalizado.
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