¿Por qué el afán de crear continua inestabilidad para la inversión extranjera directa?, acusándola de que siempre nos abusa, sobre todo en momentos preelectorales. Así, rara vez dispondremos de la inversión que también nos trae ciencia y tecnología.
La nacionalización de la mina de zinc y estaño de Colquiri, el pasado 22 de junio, es ya electoralista. Sinchi Wayra, la subsidiaria boliviana de la suiza Glencore, operaba cinco minas en el país, en Oruro y Potosí, siendo Colquiri la mayor y la tercera del grupo en ser nacionalizada en los últimos cinco años. Pero Glencore tiene 50 oficinas en 40 países de Europa, Américas, ex-Unión Soviética, Asia, Australia, África y Oriente Medio; emplea más de 58 mil personas en 33 países (ver su web). De donde le incide poco lo sucedido en Bolivia.
Además, como escribí en febrero de 2007: “Los Rich no son novatos en Bolivia” (ver bolpress.com), cuando la reversión al Estado de la Fundición de Vinto de Glencore International AG (antes Marc Rich & Co. AG). Están aquí desde la Revolución Nacional, a pesar de su programa anti judaico internacional, con Sidec Overseas S.A. de su pertenencia al inicio, con una importadora de productos agrícolas y en el comercio de minerales. Incluso un sucesor tenía pasaporte boliviano, entre otros, estadounidense también, para escapar de la persecución nazi.
Son inversores extranjeros, acostumbrados al vaivén de países con recursos naturales abundantes que no tienen hombres de Estado, sino gobernantes partidarios con los que saben cómo tratar, porque todos ellos se parecen en sus ambiciones y excesos. Transforman al poder para exhibirse como políticos gastadores en lo superfluo, que poco incentivan el verdadero progreso industrial, con tal de satisfacer a sus bases sindicales y simpatizantes genuflexos, que surgen como empresarios en lo ilegal e informal.
El contorno es de acusaciones a la inversión extranjera a la que se considera como la principal culpable de la pobreza del pueblo, incentivando la expropiación de lo que han invertido o explorado y explotado. Su afán es facilitar la apropiación de lo ajeno para ganar al pueblo y hacerlo participar en el reparto de los ingresos con prebendas, las que inmediatamente generan superiores egresos.
Una vez venida la crisis por falta de genuina producción con productividad y competencia, son remplazados por nuevos salvadores, quienes rápidamente venden al país por casi nada al mejor postor internacional, ver Código Davenport, DS 21.060 o entrega del pozo San Alberto, con el objeto de nuevamente atraer a la inversión extranjera. La que se interesa bajo condiciones de poca regulación estatal, escasa contribución al Estado y posibilidades de exagerada ganancia, en tiempo reducidísimo, dada la posibilidad de ser nacionalizados, estatizados o asaltados, antes de cumplir sus contratos.
Así terminamos dando bienvenida a dudosos inversores y escasa inversión extranjera directa con ciencia y tecnología.
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