HORA DE CIERRE
Las redes sociales son una especie de caja de resonancia de la indignación popular; a través de ellas se sugiere no comprar en las tiendas de la acaudalada Manhard que habría explotado a trabajadoras bolivianas.
Las redes sociales tienen un nuevo enemigo. Se trata de Nathalie Manhard, la empresaria de Carrasco que empleó durante un tiempo a dos domésticas bolivianas en negro. Eso es, por ahora, lo único confirmado por el Estado, más allá de que es indagada en una causa que investiga la trata de personas. Manhard es por estos días el blanco al que apuntan muchos internautas uruguayos.
La denuncia realizada por el colectivo Cotidiano Mujer, y los testimonios de algunas exempleadas publicados en el semanario Brecha, despertaron en Facebook y Twitter los ánimos de condena y llamados a la represalia en algunos uruguayos. Por ejemplo, uno de los mensajes dice que como Manhard es parte del grupo que domina las empresas Parisien, Indian y La Casa de las Telas (sic), hay que “escracharla” y por tanto no comprar en sus tiendas. Ese afiche tiene imágenes de la empresaria y cientos de usuarios la han compartido con sus contactos. Hay otro afiche en las que directamente se acusa a la familia de esclavizar personas “en pleno siglo XXI”.
La consigna lanzada en internet es expresión de una especie de justicia popular que se adelanta a los dictámines de la Justicia, el Ministerio de Trabajo y el BPS. De hecho, estos dos organismos estatales aún no se han pronunciado oficialmente sobre las denuncias, ni han dictado sanciones.
Sin embargo, no es la primera vez que este fenómeno se produce. En noviembre, por ejemplo, dos adolescentes apalearon a una perra y difundieron el video de la agresión en Facebook. En las redes el “linchamiento” lo sufrieron ellos: se divulgaron sus nombres, sus cédulas de identidad, el teléfono y la dirección de sus casas. El caso terminó en la Justicia y los adolescentes (que no habían cometido un delito) fueron internados en el INAU. El argumento fue darles protección ante la posibilidad de recibir agresiones.
INDIGNACIÓN Y PRIVACIDAD
“Los casos que explotan en las redes y provocan el clamor popular son aquellos que producen indignación en las personas. Las redes ponen al alcance de la mano el comentario virulento y la descarga emocional”, explicó a El Observador el psicólogo y estudioso de las redes sociales, Roberto Balaguer.
Lo que se puso de relieve en las redes con el caso de las empleadas bolivianas no fue lo que el Estado pudo verificar (su irregularidad laboral), sino los detalles del destrato y de la vida privada de la familia publicados por Brecha.
Para el sociólogo Rafael Paternain, que aclaró que no conoce el caso en profundidad, “las suposiciones de la vida privada siempre son un elemento fundamental en la activación de los prejuicios. Por ejemplo: ‘Es esperable que las clases altas sean explotadoras’”.
Balaguer, en tanto, apuntó que “aquello que genera impotencia, activa mecanismos de búsqueda de ‘hacer algo’. Lo que se intenta es hacer venganza, exponer a los victimarios al mismo trato humillante”.
“Cuando el asunto traspasa las redes, quedás al descubierto. Hay menos posibilidades de doble vida o doble discurso. En esos casos los límites de la privacidad son difíciles de sostener”, agregó.
Para el experto, “las redes son una caja de resonancia de la voz popular, que antes no sonaba”. Son capaces de impulsar ciertos temas hacia la notoriedad. Pero además, esa voz “a veces llega a incidir en la Justicia”, como en el caso de los adolescentes y la perra. “Con las redes, la Justicia tiene un acceso más directo a la voz popular, un termómetro más fino. Cuando toma estado público y se genera alarma, el trato (de la Justicia) ya es otro. Sin duda que en el marco de la ley se será más o menos benévolo, pero todos somos permeables”, consideró Balaguer.
Los medios
Mientras el asunto de las empleadas bolivianas fue el tema de conversación de la semana (en la calle y en las redes), en los medios de comunicación tradicionales el espacio dedicado al asunto fue más reducido.
Paternain, que ha estudiado la representación que hacen los medios de la realidad, se mostró sorprendido ante lo que considera una “escasa repercusión” que tuvo el asunto en la prensa. Según su opinión, eso puede estar vinculado a posibles efectos económicos por abordar el tema, ya que el grupo Parisien puede ser un avisador. De todas formas, Paternain destacó “la importancia de que el tema haya llegado a la opinión pública” ya que cruza tres dimensiones de vulnerabilidad social que antes pasaban inadvertidas: bolivianas, empleadas domésticas y mujeres.
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