Por Guarberto Troche Cabrera
A 68 años de haberse estrenado la inmortal Soratina, es necesario hacer una breve reseña histórica retrospectiva, tomando en cuenta como puntos de referencia a dos acontecimiento de gran importancia y coincidentes: uno el nacimiento del que iba a ser el autor del tema y otro el incendio del pueblo de Sorata, situaciones sucedidas en 1892.
SU VIDA. Belisario Piccolomini Ríos, mencionaba a veces que sus abuelos eran de origen italiano; nació en la ciudad de los cuatro nombres: Sucre, el 1° de marzo de 1892.
Después de haber cursado los estudios primarios en su ciudad natal, ingresó al Seminario Mayor de San Cristóbal, llegando a ordenarse como sacerdote a los 34 años de edad, abandonando posteriormente el hábito para dedicarse de lleno a la música.
Animado y reconfortado por una pléyade de amigos, logra conseguir una beca en Buenos Aires para ingresar en ele Conservatorio Nacional de Música, donde se siente animado y bastante optimista, asimilando experiencias y conocimientos musicales superiores.
Belisario Piccolomini Ríos se vio embelesado en tierras larecajeñas por la belleza de la región, en la que contrastaba el paisaje del nevado Illampu, con el verde de las campiñas que huelen a eucaliptos, chirimoyas y duraznales.
La Soratina es el legado musical de mayor valía que Piccolomini pudo dar a la provincia Larecaja –aparte del Himno que también es de su autoría– porque es la canción que desde 1943 se escucha y se entona con emoción en todo acontecimiento en esta hospitalaria y panorámica ciudad.
La presentación de la letra y el estreno de la composición fueron efectuados el 6 de agosto de 1943, en un festival literariomusical que adquirió ribetes de emotividad y sentimiento cívico, acto que se materializó en el Teatro Municipal en función nocturna.
La Soratina representa todo el encanto, el sabor y la pasión de esta tierra, por eso su denominación va dedicada a Sorata.
Piccolomini confesaba a sus amigo: “San Lorenzo en tierras chapacas y Sorata, en el paisaje Larecajeño, me han ganado el corazón”.
En su tumba, satisfecho de haber contribuido con lindas e imperecederas canciones, los larecajeños siempre entonaremos con gran sentimiento, orgullo y gratitud las obras de su creación. Piccolomini falleció en Potosí a la edad de 79 años.
EL INCENDIO DE SORATA. Más tarde, allá por el 1° de noviembre de 1892, Sorata sufriría el desastre de mayor consideración: sesenta y dos casas eran consumidas por las llamas. El fuego devora dor que no dio tiempo ni siquiera para salvar a la Patrona de la población, la Virgen del Carmen, y al Santísimo Sacramento respectivamente.
Reducidos a cenizas el templo, el Colegio Mercantil Nuevos Enseres, la Casa Consistorial, la cárcel, las oficinas judiciales, situación que dio lugar a la sublevación de los presos recluidos en la penitenciaría, poniendo a los sorateños en estado de emergencia.
La población había sido consumida por las llamas en su mayor parte, las familias quedaron sin abrigo, sin pan para llevar a la boca, recibiendo solamente el consuelo del resto del vecindario.
El siniestro empezó a hrs. 13 p.m. teniendo una duración de cuatro horas, siendo el saldo resultante, varias personas perecidas y muchos heridos, quedando la población en una desolación difícil de explicar.
Este fue el desastre de mayor consideración que sufrió Sorata, aparte de la inundación y el sitio organizado y encabezado por Andrés Tupac Amaru a la Villa de Esquivel en 1781.
SORATINA
Letras y música: Belisario Piccolomini Ríos
De Larecaja la flor
Sorata de mi amor
Quiere entonarte su canción
Mi fiel corazón.
Con gran cariño yo ví
Tu cielo azul turquí
Tu blanca cumbre de cristal
Tu corona real.
La nieve de los Andes se detuvo a contemplar
Los ojos de diamante de tus hijas tan sin par
Sorata, perla andina, la gemela de La Paz
Sorata cantarina con arrullos de torcaz.
Hijos de Larecaja
Nuestra tonada repite el viento
Brava, como la paja
Va saturada de sentimiento (Bis).
Radiante como tu sol
Sonata en gris bemol
Daría para una concepción genial
Una Sorata ideal.
Del Illimani rival
Tu Illampu colosal
Jamás dejó de ser señor
Ni guarda rencor.
La nieve de los Andes. . . (Bis).
Patriotas como Esquivel
Ceñidos de laurel
Entre tus hijos cuentas mil
Sorata gentil.
Tu frente a Dios toca ya
Tus plantas dónde irán?
Sorata, bendecido lar
Siempre te he de amar.
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