Siderurgia: todas las iniciativas son buenas

La instalación de una acería, sea cual fuera la tecnología, debe ser bienvenida. Basta de sueños imposibles o de estar poniendo zancadillas a cualquier intento en tal sentido. Una vez fallido el sueño con la Jindal Steel, es necesario ponernos a trabajar. Lo que sí podemos hacer con anterioridad es olvidar para siempre el afán de monopolio o de pensar en una sola planta, un solo canal, una radio, etc. En el caso de los aceros, existe un amplio campo, como que un ingeniero experto decía con mucha propiedad, ya que había trabajado en acerías muy grandes del Brasil: “el Mutún puede abastecer para veinte usinas…”.

El intento que quiere hacer la Empresa Siderúrgica del Mutún (ESM), más propiamente su presidente, es pues consecuencia de la necesidad de tener altos hornos, pero ¡ya!, porque nuestro país necesita entrar en esa fase como sea. Y si piensan que de esa manera se puede, pues adelante.

Uno de los factores para que se vaya la Jindal, entre otros, fue que no se puede, ni en siete años más, poner a disposición de estos emprendimientos el gas tan necesario, por una idea preconcebida de “cuidar el medio ambiente”. Mas, claro, si esperamos que haya disposición de gas, entonces diríamos “siderurgia para las calendas griegas”.

Ahora bien, nos rasgamos las vestiduras por la contaminación ambiental que significaría usar carbón vegetal. Hay dos consideraciones para rechazar aquello. Primero, que a pesar de todo seguirá la fabricación de carbón vegetal, como ya se dijo claramente en un artículo de prensa de Santa Cruz ( 8-4-12), cuya producción está siendo vendida o exportada hacia Brasil, Perú y Chile, precisamente para alimentar acerías que usan carbón vegetal. ¿Prefieren que se lo exporte, a usarlo en nuestras plantas? ¿En el extranjero no contaminan los carbones, sí en nuestro cielo? Y debemos insistir en que la misma producción está siendo realizada, como dice el artículo mencionado, sujeta a las disposiciones de la Ley Forestal que está hecha para cuidar el medioambiente. Bueno, si no queremos usar nuestro carbón, importemos coke de Colombia.

Con esta idea, existen los necesarios parámetros para la reforestación, por los métodos empleados en la formación de carbón, para no contaminar tanto. Y si empezamos a utilizarlo permanentemente, habrá que contar con tecnología europea apropiada para producir mucho más carbón y en mejores condiciones técnicas.

Como el autor de una carta pública, en la que le solicita al Presidente no traer hornos de Brasil que funcionan con carbón vegetal y propone que se traiga otra planta del Perú, si es conveniente hay que hacerlo, ¿por qué no? No debe haber ¡exclusividad o monopolio!

Además existen otros yacimientos que pueden abastecer a otros emprendimientos en materia de acerías, si fuera este el caso, ¿les estaríamos prohibiendo a ellos también instalar altos hornos? La ESM es UNA entre las muchas empresas que pueden abrirse en el país, así que mejor si están en manos de capitales bolivianos.

La otra consideración para rechazar esa posición es que ya está adelantada la idea, no hay gas. Y es así de sencillo, no hay gas para la industria del acero, porque se hace necesario venderlo al extranjero para que funcione nuestro país, de otra manera caerá toda la estantería económica que tenemos. Entonces ni poniendo la acería al lado del mismo tubo de gas, se podría hacerlo funcionar con este energético.

Hay otro problema que habrá que solucionar a la par de instalar una planta para hacer acero, es que tampoco hay energía eléctrica para hacer funcionar el alto horno eléctrico para sacar acero. El sistema integrado está colapsado y parece que recién a fines de año podríamos contar con una nueva turbina que pueda respaldar el esfuerzo.

En cuanto a los otros recursos, como son los humanos, técnicos y otros, están a la espera del inicio de estas actividades para respaldar con sus conocimientos y hacer una tarea que está pendiente hace demasiado tiempo. En todo caso, el mercado mismo habrá de poner orden, es decir que cualquier emprendimiento podrá tener éxito o fracaso según los esfuerzos y conocimientos puestos en práctica.