Álvaro Numbela T.
El caso del australiano Julián Assange ha provocado una confrontación diplomática de grandes proporciones. Assange se encuentra refugiado en la embajada ecuatoriana de Londres a partir de 19 de junio, ya que pesa sobre él un mandamiento de detención expedido por Suecia. El 16 de agosto obtuvo del Gobierno ecuatoriano asilo político, hecho que molesta no solamente a Gran Bretaña sino también a Suecia. Considera Quito que Suecia tiene la intención de mandarlo a Estados Unidos de Norteamérica.
SUECIA INVITA AL EMBAJADOR ECUATORIANO
Anders Jörle, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia, invitó a Estocolmo a Ricardo Patiño, embajador de Ecuador en Londres, para explicar, por una parte, que las acusaciones de parcialidad del Gobierno contra la justicia sueca son evidentes; por otra parte, que existe demanda de extradición ante su Gobierno de parte de Estados Unidos. Son dos hipótesis que originan acusaciones graves y el inaceptable deseo de Ecuador de querer parar un proceso judicial sueco y la cooperación judicial europea.
Adviértase que Ecuador quiere evitarle situaciones difíciles al cofundador de WikiLeaks cuando justifica su posición y dice prevenir que Julián Assange enfrente la posibilidad de que le apliquen la pena capital prevista en la legislación norteamericana.
LA POSICIÓN DE GRAN BRETAÑÁ
Pero Londres no piensa así. Después de acordonar la embajada ecuatoriana en Londres, William Hague, Ministro de Exteriores de Gran Bretaña, dijo: “Gran Bretaña no reconoce el principio de asilo político y no debería ser utilizado para escapar de la justicia” (1). Agregó que no habrá un asalto a la embajada ecuatoriana, tal como deja entender el Gobierno instalado en Quito.
Esta posición basada en la ley y considerada como amigable no cambiará, aunque la situación en Londres continúe tensa (cabe advertir que Gran Bretaña no ha suscrito la Convención de Viena de 16 de abril de 1971 sobre relaciones diplomáticas). Tampoco Gran Bretaña cometerá la gran torpeza de intervenir una embajada sin autorización, ya que ello configuraría una violación flagrante a la convención de Viena a propósito de las misiones diplomáticas. Para los países que suscriben la convención está la condición de no utilizar el asilo a favor de quienes quieren escapar de la justicia. De esta manera Inglaterra tiene un procedimiento de extradición en curso.
Consiguientemente, en vano el Ecuador -que a 6 de junio de 2012 pedía que se “revolucione la OEA”- ahora suscita una reunión urgente de la misma, también de UNASUR, hasta del ALBA. La confrontación estresante tira para largo, donde los jueces del mundo pueden opinar y decidir. Estemos atentos al segundo round del combate provocado por Ecuador.
(1) Le Monde “Les tractations diplomatique se poursuivaient”. París, Francia, 16 de agosto de 2012, página 1.
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