Respecto al anuncio del Gobierno de iniciar una querella penal contra la Agencia de Noticias Fides por un titular de prensa referido a un discurso del presidente Evo Morales el día 15 de los corrientes, en Tiwanaku, diversas instituciones vinculadas a esa actividad y en especial la Asociación de Periodistas de La Paz han calificado la amenaza como “abuso de poder” y de acto intimidatorio no sólo a dicha Agencia, sino al periodismo y a los medios en general. Según comunicaciones oficiales del Gobierno, la materia justiciable se debe a que el titular emplea la palabra “flojera”, en lugar de “flojos”, apreciación que no repara en que el significado semántico de ambas es el mismo, haciendo insostenible la presunta querella.
El discurso en cuestión alude a que en el Altiplano las condiciones climáticas son duras y generan pobreza, mientras que pese a la fertilidad natural del Oriente “sólo por flojos podemos hambrear” (Sic). Como en anteriores oportunidades repetidas, voceros del Órgano Ejecutivo han salido a interpretar y tratar de explicar el sentido de dichas palabras, pero parece haberse tratado de un intento fallido ante lo explícito del lenguaje empleado.
Dicho impasse brinda la oportunidad de reflexionar sobre las intervenciones oficiales, que por su origen tienen connotaciones especiales e inclusive pueden comprometer con efectos graves más allá de sus expresiones y también ofender a personas, instituciones y regiones. Por ello es parte de la enorme responsabilidad de un gobernante sopesar sus palabras antes de pronunciarlas, tanto más ante el público o auditorio.
No es raro que el calor de los discursos lleve en muchos casos a decir más de lo necesario y de lo cauto, virtud ésta que los hombres públicos deben poseer o empeñarse en poseerla. Por eso la cautela prescribe preparar anteladamente el texto y mejor si es por escrito para no incurrir en errores o excesos. El poder de improvisación se puede decir que es un don poco común, que lleva a quien lo tiene a la categoría de orador. Esa calidad excepcional no se alcanza a contar en nuestra historia con los dedos de las manos.
Todo indica que no era uno de los discursos rutinarios que gusta dirigir el Primer Mandatario en su sostenida y caracterizada tarea comunicacional, pues se hallaba en el acto el Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, señor Hasan Tuluy, con objeto de inaugurar un importante proyecto agrícola en la región.
Los efectos de la alusión a los pobladores del Oriente no se han dejado esperar y desde Santa Cruz se la ha considerado como “discriminación”, habiendo hecho propicia la oportunidad para recordar el papel productivo, exportador de productos no tradicionales y enormemente alimenticios con los que contribuye el Oriente al país, condiciones que no se puede ignorar por su calidad de trabajo y dedicación.
En vista de que las corporaciones no son sujeto de delitos -supuestos o reales- sino sus directivos, resulta que el reo es el sacerdote José Gramunt de Moragas, personaje de 90 años de edad, periodista prestigioso y creador de la ANF con antigüedad de casi 50 años y crítico del Gobierno en los artículos que firma en la prensa nacional, por lo que muchos coinciden que ésta sería la verdadera causa de la represión judicial a instaurarse en su contra, cerrando así el círculo intimidatorio y de evidente amenaza a sus colegas que no comparten el pensamiento oficialista.
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