Ernesto Millán Bernal
La recuperación de nuestros puertos en el océano Pacífico, objetivo máximo en el país, no ha de ser un asunto olvidado o preterido, ya que es vital para la salud de la Nación.
Sin embargo hay otras opciones que tendrán que ser enfocadas como parte de una gran solución, una vez asimilada la idea de que el país es grande, que depende de tres cuencas hidrográficas, que está literalmente dividido por dos cordilleras y tiene tres pisos ecológicos. Es necesario conectarlos por los medios más cercanos a la fuente de vida y del comercio, como es el mar.
La construcción de hidroeléctricas por parte de Brasil supone el anegamiento de vastas extensiones de territorio, por supuesto también de una parte del nuestro. Eso conlleva una defensa del hábitat de un sector de la Amazonia. Pero además implica la responsabilidad de las autoridades nacionales para participar de esas construcciones gigantes, por el ofrecimiento brasileño de habilitar para nosotros esclusas en las cachuelas, especialmente en Cachuela Esperanza, allanando el principal obstáculo para que hasta el presente no se pueda navegar por el río Madera, partiendo desde puertos bolivianos hasta el océano Atlántico.
Es una posibilidad que no ha de sustituir la obtención de salida al mar por el que fue nuestro territorio, sino una conexión más cercana para muchos pueblos del nororiente con las corrientes mundiales de comercio y lograr mayor desarrollo. En este punto se anota también el mejoramiento de las condiciones de salida por el río Paraguay. Todas son opciones válidas, ya que cuantos más accesos tengamos, mayores serán las oportunidades de progreso de pueblos en nuestro extenso territorio.
Características propias tienen aquellas zonas de influencia, cercanas a este tipo de conexiones y salidas a una corriente de vitalidad, que trae progreso, intercambio de comercio, de humanos y de cultura especialmente. La construcción de esas represas ocasionará la inundación de gran parte de nuestro territorio, problema que lo debemos plantear de manera sincera y de cara al pueblo. Por un lado está la decisión soberana y de necesidad pública de Brasil, para construir estas represas destinadas a la generación de energía eléctrica para el consumo de su población.
Esto a su vez nos causa otro problema en relación con el medioambiente, es decir por la necesidad de proteger una zona que ha estado siendo vista como el pulmón de la humanidad, ya que es uno de los pocos lugares por los que respira el planeta tierra. Pero también es un dilema el oponerse a tales construcciones en defensa del hábitat que se ha de afectar en muchos kilómetros cuadrados.
Sin embargo, respetando la decisión soberana de un país como Brasil, resulta beneficiosa en este caso la oferta de esta potencia continental de construir esclusas para que podamos salir al Atlántico. Se convertiría rápidamente en otra vía intermodal bioceánica que habrá de confluir inexorablemente en puertos detentados por Bolivia, estén éstos al centro o más al norte, dependiendo de las facilidades ofertadas.
Al respecto recordemos el caso del Canal de Panamá, para que barcos de gran calado puedan transitar por esa vía interior.
En todo caso es necesaria la intervención del presidente Evo Morales a fin de aclarar con Brasil los alcances de los trabajos que realizan las constructoras de represas, afectando los intereses y hábitat boliviano en una extensa zona, problema que ya se lo está sintiendo debido a la baja del flujo de agua en Cachuela Esperanza, con el consiguiente daño ecológico. Ya no se encuentra agua o está demasiado bajo el nivel del mismo, como tampoco hay peces para la alimentación de gran parte de la población del lugar.
La Cancillería boliviana no ha dado muestras de estar enterada de este problema, puesto que no hay siquiera una aproximación para dialogar con Itamaraty, a fin de conocer los alcances de las obras y negociar lo mejor que se pueda obtener, ya que este río es también nuestro y los niveles de influencia son mayúsculos en extensas zonas bolivianas.
Este problema se agrava debido a que el Presidente deja de preocuparse por problemas de territorios, dando atención a conflictos internos. Pero no debería hacerlo, ya que se trata de territorio limítrofe y es imprescindible poner atención a este asunto internacional. Por el problema del TIPNIS, se ha dejado de lado estos asuntos de Estado, aunque corresponde a todos asumir una tarea de defensa, desde el sitio en que uno se encuentre, ya que afecta a la integridad del país.
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