En setiembre de 2011, a un suspiro de las elecciones presidenciales, Cristina Fernández de Kirchner parecía tocar el cielo con las manos. Su imagen positiva alcanzaba picos altísimos –los más elevados desde su asunción– y el costado negativo era muy bajo. Desde entonces, su popularidad no ha parado de caer, aunque nunca su imagen positiva se había cruzado con la negativa. Hasta hoy.
Por primera vez desde la muerte de Néstor Kirchner, la Presidenta acumula más rechazos que adhesiones.
En agosto, la imagen buena disminuyó a 30% con respecto a julio y la mala trepó al 39,3%. Un 25% consideró que su imagen es regular.
En términos más técnicos, el diferencial de imagen (la diferencia entre la imagen buena y la mala) le otorga un -9,3% a la Presidenta. Los números son de la consultora Management & Fit, para la que no se veía un escenario de estas características desde el 2008, cuando el oficialismo encaró el proyecto por las retenciones móviles al agro.