Erick Fajardo Pozo
Con un hijo sobre cada regazo y la voz de mi esposa al teléfono disputándole el éter al inglés campirano de Harrison Ford y al acentuado “old british” de Sean Connery, recibo una alerta de smart phone informando de la demanda penal gubernamental contra la Agencia Nacional Fides por “distorsionar” la prístina retórica del presidente Evo Morales que, en otro célebre exceso verbal, acusó a los del oriente de “pasar hambre por flojos”.
En el rosario de gafes y osos presidenciales el nuevo exabrupto no debiera haber pasado de otra anécdota periodística, una “evada” más. No es el caso, pues hoy sirve de pretexto al gobierno de la coca para asestar su más certero golpe de los últimos seis años a la prensa nacional.
Nada nuevo. La fotofobia del chavismo hacia la prensa es de dominio público y el cierre de canales privados en Venezuela, dio vía a la judicialización a la prensa en Ecuador y finalmente a la guerra abierta a los medios “pro-imperialistas” en Bolivia.
No obstante su gran comprensión del arte de la propaganda, la ofensiva del evismo contra la prensa ha sido torpe y desorganizada. Por años sus ataques fueron esporádicos y reactivos antes que calculados y la principal ocupación del régimen consistió en el copamiento de la radiodifusión comunitaria y la toma de control, a través de terceros, de la cadena televisiva y el diario más críticos hasta 2008.
La censura vino tras entender que ni el potenciamiento de medios estatales, ni imponer por decreto la transmisión en cadena de las cansinas peroratas presidenciales, le daría control sobre la agenda informativa. Aun así, el ensañamiento aislado con ciertos medios y la pulseta con el gremio periodístico distrajeron hasta hace poco al MAS de toda acción eficaz contra la prensa.
La querella contra ANF constituirá el primer golpe certero al sistema de distribución de información no gubernamental. El Gobierno finalmente entendió que -en términos marxistas- la ANF “baja la línea” del discurso periodístico contestatario y cayó en cuenta de que el 90% de los diarios, la prensa televisiva y la radiodifusión nacionales arma agenda a partir de las pautas informativas de Fides y se descarga de publicar las noticias polémicas bajo el respaldo de fuente de la última agencia de prensa nacional.
La judicialización de Fides es un torpedo directo a la quilla de la nave insignia de la prensa independiente en Bolivia; un profundo mandoble en la garganta del flujo de información no oficialista.
Por más de medio siglo la agencia de noticias, al mando del irreductible Gramunt, fue por definición “contestataria” a todo régimen de fuerza, en la medida en que su sagaz fiscalización periodística le resultó igual de incómoda a la derecha de fines del Siglo XX que a la izquierda de principios del XXI.
En 2010, el senador Gerald Ortiz solicitó la más alta condecoración parlamentaria, la Bandera de Oro, para la agencia Fides y su octogenario fundador, fundamentado en su trayectoria y su defensa de la democracia; iniciativa archivada hasta hoy, pese a tener informe positivo de comisión, por veto expreso del Ejecutivo.
Mi memoria trata de evocar el rostro del viejo jesuita mientras mi hijo inquiere sobre el epílogo de “La última cruzada”, en que un anciano templario que vivió 300 años custodiando el sagrado Grial, se prepara a morir tras la llegada de quien lo reemplazará al cuidado del mayor símbolo de la fe cristiana.
No es el caso de Gramunt. Irreemplazable en su bastión, al anciano templario le tocará blandir la espada de la libertad de expresión, “per Fides causa”, por otro trecho más de la sufrida historia del periodismo boliviano. Y si la historia administra justicia mejor que la memoria, le tocará coronar su carrera viendo el epílogo de la dictadura de la coca.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |