El más grande ideal de Francisco Tito Yupanqui, descendiente directo de la dinastía Inca, era tallar la imagen de la Madre celestial para que presidiera el altar de la humilde capilla de su pueblo natal. Había en lo profundo de su alma un artista en potencia, pero sus manos rudas dedicadas al trabajo del campo, nunca habían realizado una obra de arte. No se sabe si guiado por revelaciones celestiales o simplemente dando rienda suelta a su imaginación, Tito Yupanqui puso manos a la obra el año 1580.