Pequeños Estados dentro del Estado

Dos fenómenos originales han aparecido en últimos años en el país. El primero es el de los linchamientos sobre la base de la llamada justicia comunitaria y el segundo es la aparición de pequeños Estados dentro del Estado central, sin tomar en cuenta la reaparición de súper Estados con creciente influencia.

El asunto importante en esta oportunidad es el referido a la presencia inusitada de pequeños Estados en numerosas regiones del país, los mismos que actúan al margen del Estado nacional y se atribuyen facultades propias e independientes, así como afirman que nada tienen que ver con el poder central del país.

Casos de esa insólita naturaleza se presentaron últimamente en algunas zonas ocupadas por organizaciones tropicales, llamadas “comunidades” y “sindicatos”, las mismas que se están difundiendo en otros lugares del país; igual que en otros tiempos de anarquía sindical aparecieron los “territorios libres”, en especial en centros mineros controlados por fuerzas de derecha disfrazadas de izquierda y que terminaron poniendo al país en la senda de sistemas dictatoriales.

Según denuncia el corregidor de Santa Rosa, Ángel Saavedra, los miembros de una organización comunitaria tienen autoridades propias que parecen tener control absoluto de los pueblos y bosques y no permiten el ingreso a su territorio a otras personas que no tengan “visas” y “salvoconductos” especiales, so pena de ser sometidas a acciones de violencia.

Es más, esas autoridades desconocen las disposiciones legales de nivel nacional y han llegado al extremo de tener bandera propia, oficinas y hasta mecanismos propios de coacción para imponer sus decisiones. En una especie de Estado autónomo e independiente, esas entidades también tienen escuelas propias, “rockolas”, antenas parabólicas, camiones y otros medios de gran tecnología y tamaño en medio de la reserva forestal.

Por si fuera poco, también han puesto en aplicación leyes propias que deben cumplir no sólo quienes quieran ingresar a la zona sino también los mismos comunarios. Así mismo, se aplica controles inclusive a los guardabosques, que en algunos casos son sometidos a ataques violentos e inclusive a acciones letales, como denunció el corregidor de Santa Rosa, quien, por otro lado, declaró que en la reserva de Choré se utiliza medios de fuerza para imponer sus decisiones, aparte de que están permitiendo cultivos ilegales de coca.

Se destaca también que en esa zona del Choré no hay autoridades de nivel central (que son conocidas sólo por televisión) por lo que esa región se ha convertido en un pequeño Estado dentro del Estado nacional. Así mismo, destacó que algunos comunarios de ese “petit Estado” se dedican a la venta ilegal de madera y que ese negocio “no es de a poquito sino por camionadas”.

Que aparezcan pequeños Estados independientes del Estado central puede ser considerado como un intento de desintegración del país, fenómeno absolutamente contrario al que registraron países de gran desarrollo que, al contrario de lo que sucede en Bolivia, más bien tendieron a concentrar esos organismos aislados bajo el control de un solo Estado central que fue lo único que les permitió progresar y salir de condiciones medievales primitivas.

Finalmente, también estaría en funcionamiento en el país (igual que a principios del Siglo XX) un “súper Estado” que dicta y aplica decisiones al margen del Estado central, lo cual ha originado preocupación en la ciudadanía, determinando que el Estado central esté perdiendo soberanía.