Recuerdos del presente
Dos toneladas de un mineral sospechoso de ser uranio estuvieron depositadas en una casa del centro de La Paz hasta que alguien (hay embajadas en la zona) advirtió a las autoridades y la carga fue decomisada. Mejor no hablar del espectáculo que se dio en el momento del decomiso, porque nos mostró como un país de primitivos.
Un diario brasileño dice que en ese país existe la sospecha de que la carga pertenecía a una organización que se ha acostumbrado a hacer tráfico de minerales radioactivos a través de territorio boliviano.
Miles de toneladas de ropa usada pasan por este mismo territorio para ser luego ser transferidas a países vecinos, donde nuestros contrabandistas instalan “ferias americanas”, que están matando a la industria textil de esos países, por lo menos de Argentina, según lo dice El Tribuno.
Los autos robados en los países vecinos son traídos a Bolivia para venderlos, enteros o por partes. Las autoridades chilenas pidieron y obtuvieron el permiso para ingresar a territorio boliviano para identificar los autos que habían sido robados en ese país.
Las autoridades brasileñas hicieron lo mismo y se encontraron con la sorpresa de que los dueños de los autos robados debían pagar fuertes sumas de dinero por “depósito” de los vehículos en dependencias oficiales bolivianas.
Se sabe que gran parte del estaño que se produce en Bolivia es llevado a Perú, donde hay una fundición que paga más que Vinto por ese mineral. Son exportaciones, por supuesto, ilegales.
La ONU dice, y lo confirma el gobierno boliviano, que en Bolivia hay más droga de la que se produce dentro de sus fronteras, porque el territorio sirve como tránsito, de ida y vuelta, de entrada y salida, de frente y del revés, para la droga sudamericana. Las autoridades argentinas han denunciado que en Pocitos (junto a Yacuiba y a la frontera) está actuando una organización de narcotraficantes colombianos, que van armados. Los campesinos de Yapacani han dicho lo mismo, que en el parque Choré están actuando grupos de narcotraficantes armados, de nacionalidad colombiana. Ese parque ha sido tomado por extranjeros, pero el gobierno envía un batallón ecológico al TIPNIS.
En Challapata se siguen vendiendo los autos “chutos” llegados de Chile y en la misma feria los compradores pueden adquirir los papeles de importación, las placas, todas las rosetas legales de circulación, rosetas que, francamente, nadie controla.
Cerca de ese lugar del altiplano se produce el más grande tráfico de quinua, grano que se convierte en moneda para el pago por los “chutos”, compitiendo con la droga.
Los asaltantes de las minas Colquiri y Mallku Cota, que quedaron como propietarios, ahora se pelean otra vez porque no aceptan la solución salomónica que les propuso el gobierno. Los asaltantes de terrenos urbanos en El Alto están esperando que el gobierno, o si fuera posible el propio presidente, legalice sus asaltos.
La situación de Somalia no era tan grave cuando el Estado se disolvió y dejó de existir. Ha quedado como un agujero vacío dentro de la geografía africana.
¿Esa era la idea de este proceso? ¿Crear un agujero negro en Sudamérica?
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