Los colegas periodistas con los que trabajamos a lo largo de más de treinta años, hemos tenido la oportunidad de conocer personalmente a muchos políticos (de los buenos y de los otros) que después de frecuentar por las redacciones de los diarios paceños (empresas particulares) en busca de protagonismo para sus fines partidistas, pedían e imploraban “ayuda” para que sus declaraciones fueran difundidas públicamente.
En esos grupos de necesitados se encontraban muchos políticos y sindicalistas que años después ocuparon altos cargos en los tres poderes del Estado. Los periodistas, fieles a su misión de servicio hacia sus semejantes y a la sociedad en su conjunto, escuchábamos sus quejas y denuncias contra los gobiernos de turno. Unos reclamaban porque eran perseguidos por las fuerzas de seguridad gubernamentales; y otros reclamaban por agresiones y hasta torturas. Todos ellos eran recibidos con amabilidad y cordialidad, al tiempo que nos solidarizábamos con sus reclamos.
En esos encuentros tratamos amigablemente con futuros presidentes del país, vicepresidentes, ministros, parlamentarios, “asesores” y cuanto político se aproximaba a las oficinas de los diarios para solicitar apoyo del periodismo independiente.
Pasaban y pasaron los años. Los perseguidos de ayer consiguieron sus objetivos y por esos designios del destino, les tocó (les toca) estar encumbrados en puestos de privilegio del poder político.
De esos personajes, muchos fueron agradecidos y trataron a los periodistas y a su gremio con las debidas atenciones y las consideraciones que establecen las normas de una buena conducta y convivencia social. Pero también, lastimosamente, nunca faltaron los malagradecidos y los que, una vez en el poder, ya miraron y trataron con desdén a los periodistas, aquellos a los que antes imploraban su atención.
LOS QUE SE VAN
Y como dice la frase conocida: “de todo hay en las viñas del Señor”, no han faltado periodistas que dejaron las redacciones de un diario u otro medio de comunicación para dedicarse a la política y servir con obsecuencia a más de un jefe o partido político. Entre ellos, varios salieron “mal parados” y nunca más ocuparon cargos en las empresas dedicadas a la comunicación. Ese fue su castigo.
EL DIARIO: FIRME ANTE LAS ARREMETIDAS
Todo lo anterior fue escrito para expresar nuestra ingrata sorpresa por la noticia de un posible “proceso judicial” contra medios de comunicación, entre ellos nada menos que EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional y centenario defensor de las libertades democráticas de Bolivia.
EL DIARIO, en más de cien años de existencia y circulación nacional, ha recibido grandes honores en Bolivia y otros países, así como también ha tenido que soportar (¡y vencer!) dificultades como aquella de 1970 cuando sus instalaciones privadas fueron arrebatadas por algún tiempo.
Este nuevo intento de “enjuiciamiento” no hará más que fortalecer la entereza que siempre demostraron sus propietarios y fieles seguidores de su noble misión entre periodistas, empleados administrativos y destacados columnistas y escritores que comentan los acontecimientos cotidianos.
EL DIARIO, debido a su independencia de criterio y su lucha permanente por la verdad y la justicia, ha de tener también al frente a los infaltables impulsores de antivalores, a los odiadores y a los frustrados que no pudiendo sembrar el bien, lo hacen diseminando el rencor y la maldad en forma innoble.
UNA ALEGORÍA OPORTUNA
Y si se trata de graficar este ingrato acontecimiento, diremos que imaginamos una escena en la que olas furiosas de un mar tempestuoso arremeten contra enhiestas rocas de tierra firme que rechazan impertérritas el arrollador empuje. Esas rocas representan a la libertad de expresión y las olas que se rompen en su intento avasallador, son las fuerzas que pretenden conculcarla.
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Por todo lo dicho, EL DIARIO siempre estará firme ante toda clase de arremetidas.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
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