II.- Continuando con esta simpática frase mexicana, otro ejemplo notorio de la brecha que existe entre realidad y discurso es el caso de la localidad de Copacabana, un sitio precioso al borde del lago, a donde como lo muestran las estadísticas, son centenares y en algunos casos miles los ciudadanos que van los fines de semana y feriados, para disfrutar de la belleza natural del lago.
Pero como lo muestra con unas pinceladas el “Rinnoscopio” del domingo 19 de agosto, una dama “originaria” está vertiendo un balde de basura al lago, mientras al costado se observa una playa claramente llena de deshechos de todo tipo. Connotados ciudadanos del actual Gobierno son oriundos de esta localidad, pero simplemente ignoran el discurso de “defensa de la Madre Tierra”, para actuar de manera displicente con el ambiente.
Otra nota del mismo matutino señala: “la higiene no merece mucha preocupación en Copacabana” y la nota pertinente proporciona los siguientes datos: “sólo dos personas recogen la basura en Copacabana, la Alcaldía cuenta con un presupuesto anual para la limpieza y recojo de basura, no tiene un sistema de alcantarillado ni tampoco tiene un lugar para el relleno sanitario”. “No existe más que un mingitorio público que, de 24 horas al día, sólo funciona 6. El ingresar a este “sanitario” es un verdadero suplicio por fétido olor y el peligro de contraer enfermedades debido a la falta de limpieza”.
Los anuncios que hacen las autoridades locales para mejorar la situación sólo quedan en eso: anuncios. En resumen, mucha piedra y poca madre.
Otra nota del mismo día tiene este titular: “asentamientos, tala de árboles y lavado de oro acechan al Madidi”. Esas tres acciones “hunden sobre su vientre los más filosos puñales depredadores”. ¿Contra qué se atenta en este caso? Contra un parque nacional que alberga “gran cantidad de cuencas hidrológicas, en especial cabeceras, localizadas en zonas de elevada precipitación y alta fragilidad de suelos por las pronunciadas pendientes”.
En este caso, como en el del TIPNIS, lo que se juega es el futuro de un parque que debería mantenerse prístino, para preservar el medio ambiente nacional y su riqueza en biodiversidad. ¿Acaso no se ha aprobado una Ley de la Madre Tierra? Otra vez, mucha piedra y poca madre.
Como corolario rescataremos la descripción que hace Erick Rolón Anaya en una nota de epílogo sobre el tema ecológico: “¿Qué hacer frente a los problemas ecológicos de Cochabamba?... Erosión intensa, sedimentación extrema, torrenteras y ríos de “segundo piso”. Áreas urbanas bajas e inundadizas. El Parque forestal Tunari, limitado, paralizado e incendiado cada año. Lluvias ácidas por la combustión vehicular. Prolongadas sequías, seguidas por barrosas inundaciones. Pestilencia y basurales a lo largo del río Rocha. Contenedores de basura en cada esquina, obstruyendo la visibilidad del tránsito, con más basura pestilente fuera que dentro y cohortes de perros hociqueando. La Catedral y galerías de su plaza 14 de septiembre, con olor a vigilia fecal mingitoria. Demagogos populistas y ociosos arengando bajo el cóndor de la plaza, como parte de la polución acústica con ideas coju... Bocas de tormenta obstruidas y tapadas con plásticos”. (“El descojudizador universal, pág. 61. Talleres gráficos Kipus, 2012). En este caso, ¿qué hacen la alcaldía o la Gobernación para esta ciudad que se conserva hermosa y acogedora? La respuesta es simple: mucha piedra y poca madre.
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