Ramón Claure Calvi
A 15 años del proceso capitalizador de los ferrocarriles y cuando la descomposición y destrucción en la Red Andina ha llegado al 80 por ciento de su longitud vial, las autoridades de Cochabamba han decidido poner en práctica trenes metropolitanos, sin saber qué es un tren metropolitano, sus costos de instalación, explotación y las características de un servicio metropolitano. Todo esto por la incapacidad para diseñar políticas encaminadas a la recuperación y recomposición de nuestro sistema ferroviario, en un Gobierno que se proclama de izquierda, en el marco revolucionario del Siglo XXI.
Dispongo de datos de un diseño de un tren metropolitano con una longitud de 222 kilómetros, entre Cochabamba y Arani. Los datos más resaltantes consisten en mostrar la densidad de la población de la región en los años 2000 y 2030, la que, hipotéticamente, podría beneficiarse. Debo subrayar que un servicio metropolitano o como se lo llame, se instala allí donde priman grandes densidades poblacionales. Sus costos de operación, sean a tracción diesel o eléctricos, por el flujo de tráfico para el que fueron diseñados, son altamente elevados. Lo que paga el usuario no cubre ni el 40 por ciento del costo de movilidad, concretamente el Estado allí en donde existe este servicio, debe subvencionarlo.
En un servicio ferroviario normal con distancias relativamente largas, trenes de carga y pasajeros, la carga subvenciona parte del costo del pasaje, porque el 80 por ciento del peso que arrastra una locomotora es peso muerto.
Una breve demostración: Cochabamba-Arani, según los datos, tiene una longitud de 222 Km. y una población regional en 2015 de 736.127 probables beneficiarios usuarios. Del metropolitano Cochabamba-Arani y Arani-Cochabamba, 444 Km., con un flujo de 8 trenes/día, con 5 vagones de 50 asientos ocupados, el total de usuarios/día sería: 2.000 personas (año 730.000; 99% de la población regional), pagando 15 bolivianos por pasaje, arroja un ingreso/día: 30.000.oo bolivianos.
Los 8 trenes programados quemando 12 litros por kilómetro recorrido, queman un total de 42.124 litros/día con un costo de 154.298 bolivianos. La diferencia de menos en este rubro por día sería: 124.298 bolivianos. ¿Quién cubre esta diferencia? Este cálculo no es matemático, es sencillo, sin embargo demuestra que en Bolivia los trenes metropolitanos todavía no tienen cabida.
En este ensayo no figura amortización de capital e intereses, mano de obra de conducción, mantenimiento de la estructura vial y equipo rodante. Por elemental sentido de responsabilidad, no se debe proyectar actividades económicamente insostenibles; lo correcto sería decidir qué se hace con la capitalización de los ferrocarriles y si formamos parte o no del Corredor Ferroviario Transcontinental Central: Atlántico – Pacífico.
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