ESPECIAL

Continente que no se libera del flagelo global


En el continente americano se ha reconocido mayoritariamente que la trata de personas y el tráfico de migrantes son flagelos que deben ser combatidos, ya que dañan los derechos humanos de las víctimas y las instituciones del Estado se ven en peligro y rebasadas por el crimen transnacional.

Y aunque las cifras sobre el número de víctimas afectadas por los dos delitos pueden variar o ser imprecisas, en lo que se refiere a la trata de personas en América se estima, de acuerdo con un estudio de la Universidad Johns Hopkins, que cada año entre 700 mil y dos millones de personas son objeto de trata entre países de origen, tránsito y destino.

El estudio permite identificar que la trata de personas no sólo se da a niveles internos y regionales en América, sino que también revela la existencia de redes capaces de traer a personas con fines de explotación sexual y laboral que son originarias de otros continentes.

Por citar sólo algunos ejemplos, se detectó que México, además de ser país de origen de víctimas de trata, sirve como tránsito y llegada de personas sujetas a explotación laboral y sexual provenientes de Sudamérica, el Caribe y Centroamérica. De la misma forma, se documentó que México es país de origen de víctimas sujetas a trata en Japón.

En algunos países del Cono Sur, como Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela, Uruguay y Paraguay, además de realizarse trata de personas a nivel regional, las redes de tratantes han expandido sus hilos hasta Europa para llevar principalmente a mujeres y niños con fines de explotación sexual.

Estados Unidos y Canadá tampoco están exentos de este delito, ya que se han convertido de manera específica en países receptores de víctimas de trata provenientes del resto de los países americanos, así como de otros continentes. Escenarios21.com

 
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