ESPECIAL
La mayoría está en Argentina; otro gran contingente está en Brasil y miles se encuentran viviendo en Estados Unidos y España.
Como dice la canción; “no soy de aquí, ni soy de allá”. El migrante siente sobre sus espaldas un peso adicional de desprecio en el país que lo acoge, y de desarraigo y nostalgia por la patria que dejó. Un estudio de pastoral de Movilidad Humana señala que tres millones de bolivianos viven en el extranjero, la mayoría de ellos en Argentina.
Mario Videla, coordinador nacional de la Pastoral de Movilidad Humana, informó estos datos al periódico cruceño El Día y señaló que una de las principales causas para este fenómeno es la extrema pobreza y la falta de políticas públicas adecuadas para superar este aspecto.
De acuerdo con esta misma información, en Argentina viven 1,2 millones de bolivianos y el resto están repartidos en Brasil, con unos 600 mil, seguido por España y Estados Unidos, con datos poco precisos.
Los números no siempre cuadran, ya que el censo 2001 registró 233.464 bolivianos legales radicados en Argentina, en partes iguales para mujeres y varones (el dato no habla de los indocumentados). Esto se debe en gran parte a las mejores condiciones económicas y a las favorables oportunidades que tienen los inmigrantes en Argentina, donde la comida, la salud, y la educación nunca faltan. En Argentina los inmigrantes bolivianos han encontrado un lugar para trabajar, progresar y ayudar a sus familias.
Hace un par de años, a la hora de hacer una entrevista a un boliviano radicado en Argentina, el relato quedó trunco cuando desde la vieja grabadora se escuchó la composición de Matilde Casazola, El Regreso. “Con que hierba me cautivas dulce tierra boliviana…” En ese momento se produjo aquella pugna interna del ser que quiere retornar al país, porque así se lo pide su sentimiento, y el razonamiento que le marca el hito del futuro. “Quiero asegurar mi futuro y luego vuelvo a Bolivia, decía el entrevistado.
No es nada fácil el día a día, porque los pobres y los inmigrantes bolivianos son las personas más discriminadas en Argentina, según un sondeo hecho entre adolescentes de 13 a 18 años en las ciudades donde se jugó la Copa América y que difundió el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Una investigación sobre la condición de esclavitud a la que son sometidos los inmigrantes bolivianos en los talleres clandestinos fue publicada por Ariel Lieutier, economista y subsecretario de Trabajo de la capital argentina entre 2006 y 2007.
El Diario, publicó hace un mes las condiciones de trabajo de jóvenes bolivianas que trabajaban en condiciones de esclavitud en Uruguay. Fue necesaria una orden de allanamiento para que los inspectores del Ministerio de Trabajo de ese país pudieran entrar a la mansión de Carrasco, donde trabajaban de manera ilegal varias ciudadanas bolivianas.
Era la punta de una madeja que prosiguió con una denuncia en un juzgado del crimen organizado. Brecha conversó con varias de las trabajadoras que llegaron para cumplir tareas en la casa de Nathalie Manhard y en la de su padre, Enrique Manhard, miembros de una de las familias más adineradas del país.
Desde la década de los años 70, miles de bolivianos se fueron a Estados Unidos y en particular a Virginia, Maryland y Washinton DC. La cifra fue creciendo como las agrupaciones folklóricas en Las Vegas, California, Providence, Houston, Salt Lake, San Francisco, Chicago, Dallas y más. Fácilmente la cifra de bolivianos en el país del Norte supera los 100 mil.
El idioma dejó de ser un obstáculo, porque una gran parte de los bolivianos pasa largas horas en fuentes de trabajo con ciudadanos latinos y los más sólo requieren de algunas frases para realizar sus compras o hacer viajes cortos y largos.
Hasta el año 2008 se tenía el registro de 1.797.000 bolivianos registrados legalmente en 44 países, según los datos de la Dirección General de Régimen Consular. Si sólo se agrega un 40% de personas que están en otros países en condición irregular más el crecimiento regular anual, entonces la cifra de los tres millones de bolivianos viviendo en otro país es evidente.
Finalmente, España se convirtió en el destino ideal para muchos hombres y mujeres que buscaban consolidar su condición económica, pero de pronto llegó la debacle económica en el Viejo Continente y miles de bolivianos empezaron a sentir los efectos de un país afectado por la recesión, lo que provocó que los connacionales enviaran menos remesas y otros se plantearan la pregunta de si vale la pena vivir lejos de la patria. Varios de ellos llegaron a la conclusión de que sí y que no van a volver al hogar en el que nacieron.
La invitación del presidente Morales, a través de un discurso de hace un par de semanas en el que señalaba que gracias al programa “Mi Agua”, muchos bolivianos quieren retornar al país, para trabajar en su pequeña parcela, parece ser por el momento sólo una invitación, porque pese a las penurias, miles de bolivianos prefieren el desarraigo, a cambio de asegurar el futuro de sus familias.
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