Opinión
No cometamos el error de refugiarnos en argumentos inservibles, si fue o no penal es historia, si se equivocó o no el árbitro no cambiará el resultado, que siempre creamos que tenemos la mala suerte que todos nos juegan en contra transformándose en un lastre que no nos permitirá despegar.Crea resentimientos que por pobres,collas, cambas, autonómicos o plurinacionales todo el planeta nos la tiene jurada. ¿No les cansa el escuchar las frasecitas autocompasivas como “otra vez nos robaron el partido” o la odiosa “faltó el centavo para el peso”?. A pesar que el resultado amarga y molesta por lo que se hizo y demostró a nivel defensivo y el orden el general, el ánimo es totalmente diferente en la sociedad boliviana.
Como era de esperarse, hasta el más duro crítico en cualquier calle del país reconoce que se presentó algo diferente, distinto y que se estuvo muy cerca de coronar con el premio de la división de puntos.
Podremos polemizar sobre el planteamiento para lograr la igualdad y que cuando se quiere empatar generalmente se pierde. Desde mi punto de vista, se respetaron los dibujos; en defensa ayudaban todos, inclusive Martins, que solitario siempre conversa de sus cosas con los arqueros esperando pacientemente que alguno le ponga un baloncito entre líneas para aprovechar su velocidad y encarar al arco contrario. En el momento de contragolpear (vea las repeticiones que quiera), el dibujo quedaba perfecto, el rombo, con la cantidad de hombres para descargar hacia cualquier lado, el gran inconveniente en el cual se tendrá que trabajar, es que con todos paraditos listos para arrancar, se perdía la pelota por la ansiedad que cegaba a quién era el primer eslabón de la contracarrera, convirtiéndose en un boomerang, ya que perder un balón en campo propio colocaba a los ecuatorianos en posición de ataque en ¾ de frente al arco de Hugo Suarez, fue gracias a esos momentos que comenzaron a lucirse los defensores en toda la línea y prodigó el esfuerzo de los que habían quedado en contra ruta en el contragolpe frustrado retornando a copar espacios. Estos movimientos durante todo el partido se realizaron con velocidad, bueno, como tienen que hacerse, caso contrario nos veníamos con varios en la bolsa.
Me sigue rondando en la cabeza si no hubiera sido oportuno efectuar cambios inmediatamente luego de recibir el gol para ser un poco más explosivos y probar algo más agresivo, pero me voy a calmar y no comenzaré a divagar sobre estas exigencias distantes propias de pseudotécnicos como lo somos muchos, sobre todo periodistas deportivos, que haciendo gala de un par de librejos leídos aconsejan como si hubieran dirigido un par de décadas al Ajax de Holanda, me nace para no perder la costumbre de embromar nomás.
Aislemos los lamentos, nos quedemos con esa cara nueva de la selección que, en pocos días pudo reinventarse con esta nueva gestión de Azkargorta y puede dar mucho más, esperemos que dejemos de vueltear como peto mocochinchero y se instale una columna vertebral, un equipo base al cual se le sumen elementos nuevos, que jueguen la mayor cantidad de veces los mismos y se intente tener de una vez por todas una identidad.
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