Los monopolios, en cualquier parte del mundo, siempre han sido perjudiciales y contrarios a los intereses de los pueblos. En Bolivia tenemos la experiencia con el caso de ENTEL que, en el último gobierno del MNR, era un monopolio muy fuerte y contrario al país. De nada sirvieron las reacciones para evitar la medida pero el Gobierno de entonces impuso su criterio y el monopolio en ENTEL fue drástico; los perjuicios, seguramente muy grandes; pero dejó secuela de experiencias que el país no debería repetir.
Al haber quebrado (técnicamente, se dice) Lloyd Aéreo Boliviano y AeroSur, la compañía estatal BOA (Boliviana de Aviación) prácticamente monopoliza el transporte aéreo de pasajeros. Se dice que “hay compañías pequeñas que cubren varias rutas”. Efectivamente las hay, pero son carentes de naves, con débiles estructuras técnicas y económicas, sin capacidad para cubrir el amplio espectro nacional y, por supuesto, imposibilitadas para ingresar en rutas internacionales como posibles competencias para compañías aéreas transnacionales.
El monopolio es malo y BOA, a pesar de buenos servicios que presta hasta ahora y por las muchas perspectivas de crecimiento que tenga, con seguridad no podrá crecer lo necesario por falta de competencia que siempre es útil, tanto para corregir yerros como para conseguir un crecimiento sostenido. Cerrar el LAB y repetir la medida con AeroSur ha sido lo más contraproducente que permitió el Gobierno cuando se debió hacer los máximos esfuerzos con objeto de que continúen en operaciones. Se alega que “debían montos millonarios por impuestos” y por servicios en el exterior; al respecto, ¿qué hicieron las autoridades aeronáuticas y las oficinas de Impuestos para no haber buscado remedios con el tiempo debido antes de que suban las deudas hasta los extremos que determinaron la quiebra?
Ahora el país se ve enfrentado, otra vez, a un monopolio que podría resultar perjudicial, especialmente si no hay perspectivas, en el corto tiempo, para que alguna empresa extranjera pueda operar en Bolivia en el negocio de transporte de pasajeros y carga. Esta incursión de capitales extranjeros tampoco podrá ser fácil mientras no haya un sistema jurídico que efectivamente garantice las operaciones; un sistema que respete la contratación y permanencia de empleados y técnicos y que favorezca el crecimiento de las nuevas entidades que, en relación con BOA, se convertirían en un nuevo refuerzo para las operaciones que hace ahora la línea nacional que monopoliza el transporte.
Es muy importante que el Gobierno rechace toda posibilidad monopólica en cualquier actividad porque es un sistema que anula las iniciativas y resulta ser semillero para que el mal cunda y afecte seriamente al país, vulnerando inclusive la Constitución que prohíbe toda actividad monopólica.
Es urgente que, en el tiempo más corto, las autoridades realicen los estudios pertinentes y la misma empresa BOA contribuya a rechazar el monopolio que, más temprano que tarde, sería contraproducente para sus propias operaciones y contraria a toda política económico-comercial en el campo de la aviación.
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