En algunas calles los centavos valen y en otras se necesitan miles de dólares, pero cualquiera que visite la Feria 16 de Julio puede estar seguro que podrá adquirir algo al alcance de sus bolsillos.
Todos los jueves y domingos, miles de caseritas se asientan desde tempranas horas para ofrecer sus productos. Algunos comerciantes miran fijamente a la gente que pasa para ofrecer sus productos viendo la apariencia del comprador para ponerle un precio a lo que tiene mientras otros muestran un semblante de mirandas porque “miran todo y no compran nada”.
Jhonny Amaru, un joven comerciante que tiene su puesto de venta a la altura de la Riel, señala que él elabora sus productos para comercializarlos en la feria pero son pocos los que valoran su mano de obra.
“Yo tejo chalinas a máquina y las traigo hasta aquí para venderlas. La competencia entre productos como ropa nueva y usada es tremenda, en mi caso vendo ropa nueva, pero hay algunos que quieren a un menor precio. Generalmente los que tienen más dinero quieren más barato y te tratan mal, algunos, pero los más humildes pagan calladito el precio justo”, menciona Jhonny mientras ordena su puesto de venta.
Asimismo, Amaru expresa que “las personas de bajos recursos me compran calladas mientras las personas de clase media de la zona Sur y extranjeros buscan lo más barato, a veces no hay venta y es cuando me llega más hambre, gasto más en comida, llego a vender hasta Bs 500 y hay algunos días en que sólo llego a 80”.
Según el relato de los comerciantes, esta feria comenzó en la década de los 60, sin embargo, se masificó recién a partir de los 80, desde entonces no ha dejado de crecer y es considerada la feria más importante de todo el territorio boliviano.
Caminando a lo largo y ancho de la feria se puede encontrar de todo “desde un tornillo hasta un auto”, generalmente a medio uso. Miles de personas de La Paz, El Alto y del interior del país, además de algunos turistas se asombran, por la masiva concurrencia de la gente a este sitial, muchos de estos llevan cosas en cantidad al notar que los precios son bastante accesibles a cualquier bolsillo.
Entretanto, las caseras que ofrecen comida están ubicadas en varios lugares de la Riel, no existe un control sanitario e incluso están atendiendo al cliente y a la vez recibiendo dinero. En lo referente a variedad ofrecen diferentes platos para degustar que van desde un fricasé de cerdo que cuesta Bs 5 hasta un plato de pescado que bordea los 25.
En inmediaciones de la plaza Ballivián se pueden encontrar muebles a medio uso de diferente calidad. “Los precios son bastante económicos desde Bs 50 hasta 1.000 dependiendo, por ejemplo el comedor se vende a 400. Nosotros compramos los muebles a medio uso de las personas que ya no necesitan, incluso las señoras de la zona Sur nos venden y nosotros nos encargamos de arreglarlos y barnizarlos, después de dejarlo en buenas condiciones los secamos a la venta”, señala Severino Quispe, comerciante de este sector.
Por su parte, los comerciantes de libros y revistas acotan que el pago de patentes lo cancelan una vez al año, esto de forma contraria a las librerías que cumplen con sus impuestos, por tal motivo los negociantes ofrecen los libros a precios bajos.
“Los libros y revistas varían porque son de diferentes editoriales tanto nacional como internacional, se puede encontrar desde un cuento hasta un libro de medicina, primeros auxilios, inyectables, horóscopo, fabulas, obras literarias, chistes etc., como por ejemplo ‘Quién se llevó mi queso’, texto que estamos rematando en Bs 10 por cada tres. En la librería es más caro, lo que vendo a 3,50, lo venden a 5”, comentó Raúl Espejo.
Agregado a ello, se puede encontrar una variedad de plantas para decorar el hogar como margaritas, dólares, rosas, retamas, pensamientos, cactus plantas trepadoras, etc. También, dentro de la feria, se puede encontrar plantas para el cuidado de la salud para preparar mates que eviten la gripe, la tos y otros. Éstas pueden encontrarse desde los Bs 2 hasta los 10.
“La gente de la hoyada me compra, aquí del El Alto casi no, además baratito lo vendo desde Bs 2 porque yo las planto en mi casa, además en otros lugares es más caro”, señala don Julián Mendoza.
A pesar de todo, lo que más caracteriza a esta feria es la ropa usada, venden chompas desde 50 centavos, cuando se trata de prendas usadas y pequeñas. También existe ropa nueva que es elaborada en Bolivia, los compradores adquieren la prenda americana con el criterio de que tiene mejor calidad y durabilidad, comparación de la ropa nacional que no llega a satisfacer al público, por tal motivo prefieren comprar la ropa importada.
Al respecto, Silvia Alarcón, una visitante, asegura que “la ropa usada es más duradera y es más barata mientras lo nacional no dura, una costura se desata al instante”.
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