Los factores climáticos que dañaron los cultivos en Norteamérica beneficiaron indirectamente las ventas de alimentos bolivianos.
El precio de la soya creció un 2% en el último mes motivado por un descenso en la producción de Estados Unidos, debido a una intensa sequía que ha dañado una gran porción de cultivos listos para ser cosechados. El ascenso en el precio del maíz hasta finales de agosto se debió a una merma en las cosechas del país del norte, que son afectadas por una excepcional época seca, pero que descendió ante el anuncio de leves lluvias que aliviarían la situación, señala un informe del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
Por otra parte, el precio del trigo cayó un 1,5 % el último mes, pero se espera que este grano tenga un incremento a causa de factores climáticos, entre ellos la sequía en Estados Unidos, la falta de lluvias en Australia y Europa Oriental, además del retraso de los monzones en India.
Los precios del azúcar cayeron un 7% en los últimos 30 días, debido a una ola vendedora en la bolsa y a la mejora del clima en zonas productoras como Brasil, país en el que la cosecha se vio afectada por las lluvias.
Asimismo, este reporte señala que la volatilidad del precio del café se mantuvo ligada a la incertidumbre generada en los inversores por la situación financiera en países desarrollados, que también son los principales consumidores. La misma descendió en un 2% el último mes.
El precio del cacao creció un 10% en el último mes, motivado por el temor a que el oeste de áfrica se vea afectado por el clima y provoque daños a los cultivos. Este es uno de los productos que sufrió en los últimos meses mayores descensos y ascensos, registrando durante el mes de agosto, una significativa baja y recuperándose en septiembre con 2.676,0 dólares por tonelada.
El presidente de la Asociación Nacional de Oleaginosas (Anapo), Demetrio Pérez, afirmó a finales de agosto que los niveles de exportación de productos se estancaron y que el Estado debe ser “más agresivo” para enfrentar la política de seguridad alimentaria.
Pérez reiteró que existe la apremiante necesidad de ampliar la frontera agrícola y la necesidad de invertir en investigaciones que coadyuven a un mejor desarrollo de este sector. En este sentido, afirma que los agroindustriales deben acceder a mayores cantidades de tierras para incrementar la producción, sobre todo de oleaginosas, soya, girasol y sorgo.
Reiteró la preocupación por la falta de inversión en proyectos de investigación en biotecnología. A manera de ejemplo, se refirió al caso del trigo, que gracias al proyecto PL480 se logró adecuar y adaptar las semillas a pisos ecológicos del trópico, experiencia que sería otra forma de ampliar la frontera agrícola.
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