Cartas
Señor Director:
EI grito desesperado es de la población paceña. A pocos meses de los conflictos vividos con los médicos, choferes, maestros, la COB, marcha de los indígenas de TIPNIS, etc. que asfixiaron a la ciudadanía paceña, hoy vuelven a reactivarse los conflictos con los mineros de Colquiri, cooperativistas y asalariados, de Mallku Khota, universidades públicas y otros sectores que amenazan marchar sobre la ciudad de La Paz.
Desde bastante tiempo atrás no hay paz ni tranquilidad en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, tampoco existe autoridad alguna que ponga coto a esta ola de conflictos sociales que se vienen suscitando día que pasa; por donde quiera que uno camine se encuentra con marchas, manifestaciones y bloqueos. Se dice que en el país se producen alrededor de un centenar de paros y huelgas al día. Es insólito que esto suceda sólo en nuestro país, porque no se conoce que en alguna parte del mundo ocurra esto.
Esta situación por demás preocupante e intolerable es muy perjudicial para el desarrollo de las actividades de la ciudadanía y se está tornando cada vez más incontrolable e intolerable que parece de nunca acabar; además estas marchas provocan zozobra, desesperación en la población paceña, con muchas detonaciones de dinamitas, bombas y otros artefactos peligrosos y nocivos que afectan la salud de las personas.
También afectan seriamente la estructura de casas y edificios, que anteriormente ya sufrieron agrietamientos y fisuras como consecuencia de las explosiones de dinamitas, bombas y otros artefactos que dañaron el asfalto de las calles, avenidas y de plazas, dejándolas con enormes baches, huecos y agrietamientos como efecto de estas explosiones. Además en estas marchas es permanente el enfrentamiento entre marchistas y policías, muchas veces con agresiones a los mismos transeúntes pacíficos, con nefastas consecuencias.
Lo que es peor, cualquier sector del interior del país que confronta algún conflicto con el Gobierno se traslada a la ciudad de La Paz, convirtiéndola en un campo de batalla. En esas marchas y bloqueos los niños pequeños y escolares son los que llevan la peor parte, viviendo en permanente zozobra, llanto y desesperación, en medio de los enfrentamientos que se suceden entre marchistas y policías. Todos estos problemas también traen, como consecuencia, la inseguridad ciudadana; porque ocurren asaltos y otros actos ilícitos, en medio de todo esto.
Hoy ya no se puede transitar ni trabajar en paz en la ciudad de La Paz, por causa de esas marchas que perjudican enormemente las actividades productivas y económicas de las industrias, el comercio, transporte y otros. ¿A dónde nos están llevando?, es la pregunta.
Por todo lo señalado, el país está cada vez más estancado y atrasado, porque ya no se trabaja en Bolivia; parece que se hizo una cultura de hacer bloqueos, marchas, huelgas, paros, enfrentamientos, paralizando en gran medida la producción y productividad de las pocas industrias que aún existen en el país. Nadie parece entender que así se está bloqueando y paralizando el desarrollo del país y el bienestar de la población boliviana. ¡Es hora de poner coto a estas agresiones contra La Paz!
Antonio Candia H.
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