En esferas del oficialismo se han empeñado recientemente en proclamar una lucha “anticolonialista” y han emitido algunas disposiciones para aplicarla, aunque, al parecer, esa campaña ha quedado disminuida, pues una y otra vez se anuncia que se dictará medidas concretas para eliminar ese “mal”, pero como tardan en llegar, la población sigue viviendo sin saber en qué consiste el asunto.
En realidad, pareciera que los ideólogos del anticolonialismo no saben todavía en qué consiste el problema y cómo lo van a solucionar. No hay una definición exacta de la palabra y cuando se adopta algunas medidas pareciera que nada tienen que ver sobre el problema y en esa forma se procede a dar “palos de ciego”, que a nada conducen. Inclusive se afirma que una oficina estatal destinada a luchar contra la colonización ha recibido instrucciones de adoptar quince o veinte enérgicas medidas hasta fines de año, so pena de que el funcionario responsable pierda su cargo viceministerial.
En realidad, pareciera que los funcionarios encargados de atender la cuestión no “dan pie en bola” (según el adagio criollo) y algunos lo consideran como un problema de educación, otros de formas de vestir o de la forma de comer, otros de no utilizar idiomas extranjeros sino los nativos o bien contraer matrimonio en Tiwanaku con ceremonias indígenas y ají de fideo, a cargo de amautas, yatiris y así una serie de medidas parecidas.
Mientras algunas autoridades proceden en ese sentido, otras creen que el asunto es más complicado y sostienen que el término “colonización” proviene del apellido del descubridor del continente América, Cristóbal Colón y que, por tanto, ese nombre debe ser satanizado y su monumento en El Prado de La Paz reducido a polvo en una ceremonia de “justicia comunitaria” y que así se pondrá fin a “500 años de vergüenza”.
En esa forma, no se sabe qué significa el término anticolonización, campaña que podría culminar en próximos meses, según anuncio del canciller Choquehuanca, que proclamó que ha llegado el fin del mundo antiguo y que empezará otra era a partir del “tercer taki onqoy”, momento a partir del cual “se muestre nuestra espiritualidad” que ponga punto final “a una sociedad que está enferma y nosotros estamos enfermos como seres humanos y que necesitamos una limpieza y una sanación”.
La sabia inspiración filosófica de los ideólogos indigenistas, con su profundo contenido idealista subjetivo, hará que la idea produzca la realidad y que permitirá que la sociedad experimente un cambio radical y profundo en su vida material, no sólo de Bolivia sino del mundo. Ese episodio será protagonizado ante unas 50.000 personas que llegarán a la Isla del Sol en el Lago Titicaca, entre ellas el Presidente de Ecuador.
En todo caso, para orientar a la población sobre la anunciada “descolonización” y así aplicarla hasta sus últimas consecuencias, sería muy oportuno que los autores de esta novedosa propuesta aclaren en qué consiste y hagan una definición exacta del concepto, así como los métodos para alcanzar su objetivo. Entre tanto, la población seguirá anonadada y en tinieblas, no sabrá cómo enfrentar la propuesta para llevarla a la meta fijada, obra que seguramente los sabios amautas realizarán con éxito absoluto.
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