Discurso liberal electoral

Faltan más de dos años para las elecciones nacionales y el escenario político ha comenzado a ser electoralizado, lo que puedo inferir de las “elocuentes” palabras del Presidente en su discurso por las efemérides patrias. Con su peculiar oralidad, dejó entrever con claridad su intención de reelección. Su discurso estuvo revestido de principios (neo) liberales en complementariedad con indigenistas. La arenga, pletórica de múltiples temas, más que aciertos generó sorpresas y casi confusión.

Denotó con meridiana claridad tres metas a lograr el 2025: erradicación de la extrema pobreza, acceso de todos los bolivianos a los servicios básicos y autosuficiencia alimentaria, aspecto que es contradicho por la revista “The Economist” (2011) que coloca a Bolivia como último país en el ranking de seguridad alimentaria en Latinoamérica y el 65 a nivel mundial. El Mandatario reconoció que lo anunciado puede ser posible con la “ayuda” y “apoyo” de organismos (imperiales) internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial (BM) a las cuales denosta cuando lo cree conveniente.

En primera instancia se quejó -cuándo no- de la exclusión y maltrato al que por siglos, dice, fueron sometidos los indígenas, pero generó más confusión que claridad por la serie de dificultades que tuvo en el momento de justificar la discriminación de sus adláteres. Hizo un repaso de los logros económicos, ignorando a los cerca de seis millones de bolivianos pobres y que no garantizan su subsistencia (P7/15/8), lo que puso en duda sus palabras.

La arenga: en una in/consciente intención de reelegirse promocionó un liberalismo económico, no otra cosa significa el “reconocimiento” de más éxitos y probables errores, que entra en contradicción con la difusión de una “batería” de mensajes mediáticos sugiriendo el pago de los impuestos por su “beneficio” al país (?).

En todo caso la intención de reelegirse ha puesto sobre el tapete nuevamente a la Constitución Política del Estado, que es muy clara sobre el particular. Sea como fuere, por la danza de millones sobredimensionada, apeló a las reservas internacionales que dice llegaron a $us. 12.520 millones y los depósitos bancarios a $us 11.770. Expresó con claridad un aparente como sorpresivo “salto” cualitativo, desconocido por la ciencia política: un “socialismo” en un contexto (neo) liberal. Ello permite advertir que está a tono con el imperio, lo cual es bueno.

Esta adhesión al contexto mundial (pro imperialista) no es malo per se, pues con inteligencia y diplomacia se puede “negociar políticamente” sin perder la dignidad “nacionalista”. Señaló que la banca es la más favorecida, pues de $us 3.711 millones en 2005 subió a 11.7890 millones en depósitos. Dijo que los préstamos aumentaron de $us 3.106 millones en 2005 a 9.046 en 2012, lo que confirma que el sector informal que “trabaja” con préstamos y que no paga impuestos es, entre otros, el más favorecido, en concreto hay una “bonanza” que, dicho sea de paso, es producto de lo hecho en los últimos 25 años (Antonio Méndez. P 7, 26/8).

Pero esta bonanza coyuntural económica se contradice con una supuesta nueva ley de impuesto al dólar, que favorecerá a la banca, con la serie de “mensajes”, reitero, exhortando el pago de impuestos.

En segunda instancia, en la hora y media que duró su discurso reconoció dos entuertos: la corrupción y el narcotráfico. La corrupción, si bien es reconocida, se debe advertir que la misma en su generalidad no es tratada con seriedad por la autoridad pertinente. Es de advertir, citando como ejemplo, entre otros, los actos de corrupción en YPFB, que fueron descubiertos por “accidente”. En el caso de Santos Ramírez si no había asesinato y algún Gerente no conducía ebrio probablemente nunca se los hubiera conocido.

En el segundo caso, si coca del Chapare se va al narcotráfico, creo que se debería hacer algo al respecto. Como dije al principio, faltan más de dos años para las elecciones nacionales y la bandera a cuadros que inicia la carrera electoral se la bajó en las fiestas patrias.

El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).