¿Casualidades?

Se lee en la prensa que en Irlanda por la ley de difamación, por blasfemar cualquier persona puede ser multada con 25.000 euros. Se define la blasfemia con una expresión tremendamente alusiva o insultante a una materia tenida como sagrada por cualquier religión y que cause indignación en un considerable número de seguidores.

En algunos países el delito de blasfemia fue quitado de los respectivos Códigos Penales. Desde allí se reflexiona y se comprueba cómo se han deteriorado las sociedades y cómo se convierten en una plebe grosera y exenta de valores. ¿Puede decirse que es una casualidad que la palabra honor hoy no tenga contenido? Quién dice aquella frase que antes era determinante de veracidad: “Te doy mi palabra de honor” y allí se acababan las dudas. Antes dos personas se daban la mano y no había documentos que tuvieran más fuerza.

Se puede creer que es por casualidad que la palabra Patria sea una palabra vacía, sólo aquellos que aman a Bolivia y se enamoran cada día más de ella, abrigan ese creciente sentimiento y lo practican en sus actividades de relación privada y en sus decisiones cuando son autoridades. Pero, ¿se puede creer, por casualidad, que la palabra Dios tampoco tenga significado? Todo lo que diga la Iglesia es criticado.

Por casualidad cuando una mujer dice que es virgen a sus 16 años, ¿puede ser la noticia cómica del día?

Todo lo expuesto nos hace reflexionar sobre la importancia de los valores y su práctica cotidiana, pues yendo a corriente contraria las sociedades se desestructuran y pierden ese valor agregado de su confiabilidad y solvencia para transmitir a las generaciones valores absolutos indestructibles, que confieren a los pueblos seguridad de supervivencia en el tiempo, como unidad, tradición y diversidad.

El autor es abogado corporativo, postgrado en Arbitraje y Conciliación.