“Finanzas públicas para el desarrollo, Fortaleciendo la conexión entre ingresos y egresos”, con redacción sostenida en cifras, encuestas y gráficos bien planteados. El tema es el desarrollo económico a través del crecimiento con inclusión social. El Estado debe cubrir sus gastos sociales en cantidad y calidad adecuadas. Para lo que es imprescindible cobrar impuestos con mayor eficiencia y esfuerzo tributario. La forma en que el sector público financia sus erogaciones, puede tener un impacto sobre la eficiencia. Es decir, más recaudación debe redundar en más cantidad y calidad de bienes públicos.
El objetivo es que la estructura impositiva y los ingresos fiscales en general, apoyen decisiones de gastos conforme financiamiento establecido por instituciones presupuestarias basadas en indicadores, con respectivo y obligado empoderamiento del ciudadano (“No taxation without representation”). Para lo que la estructura de ingresos públicos debería contemplar un componente importante de impuestos a los ingresos y la riqueza no sólo a las empresas, sino, fundamentalmente, a los individuos.
La CAF es acreedora de Bolivia y en su análisis esboza un esquema de mejores caminos que los ya transitados, aunque el proceso haya mejorado, para que la diferencia entre ingresos y egresos en la respectiva formulación presupuestaria esté siempre equilibrada. Y lo sea en un marco que subsane la mala distribución del ingreso, la que beneficia a los sectores de mayor calificación por la vía de la educación y salud.
En tal sentido, corresponde compensar con una intensa actuación de las políticas públicas de transferencias, de igual manera que por la vía impositiva. Según ella, el ciudadano que percibe una mayor calidad del gasto y transparencia en su aplicación de mejor provisión de bienes públicos, está dispuesto a pagar impuestos. Definitivamente, la composición de los ingresos y del gasto es un problema de economía política.
Resulta que el Gobierno mejora continuamente el manejo del instrumento de las transferencias vía, por ejemplo, bonos. Pero cuenta con recursos cada vez menores a sus egresos. Urge entonces encarar una mejor captación de impuestos, lo que implica menos informalidad económica, es decir un cambio en los mercados laborales, ya que la mencionada informalidad genera evasión y elusión impositiva, contrayendo la base tributaria y por ende la capacidad redistributiva del Estado. Menos captación de impuestos, mayor corrupción y lo prueba la evasión del IVA que llega a un 60%.
Con un problema adicional, el de cada vez más es menos la contribución impositiva directa, ver las pensiones no contributivas, aspecto que no favorece a reducir la informalidad laboral, ni tampoco a ampliar la base tributaria, lo que automáticamente incide en una inadecuada distribución del ingreso que genera desigualdad. La palabra de orden es: más impuestos sobre los ingresos de los individuos y renta de personas naturales.
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