Vendo Sede de Gobierno

Como lo anuncié en una crónica anterior, me encuentro en la ciudad de Cochabamba, a donde mi benefactora y pariente espiritual me trasladó cargado en su “kepi”, luego de haber sido herido en mi trasero por un cachorro de dinamita que me fue arrojado por un valiente cooperativista minero de Colquiri durante el último cerco a la ciudad de La Paz.

Ante la gravedad de mis heridas y el panorama desolador que mostraba la parte indicada, mi comadre cochabambina me dijo: “debo trasladarlo al exterior del país” y me condujo a Cochabamba, también llamada la “capital científica de Bolivia”.

Una comisión de pensadores y filósofos, cuya elite se encuentra agrupada bajo la dirección del pensador greco-cochabambino Aristóteles Giorgiadis Quiroga salió hasta Quillacollo a recibirnos, aplaudiendo a la heroína que condujo mi motocicleta Harley Davidson, mientras yo agradecía la recepción sacando mis manos del “kepi” de Macacha.

Inmediatamente fui llevado entre algodones al Hospital Viedma, donde aliviaron mis heridas para luego ser llevado al célebre bar Comercio (el Barco), donde se realizaría una sesión de honor en homenaje a la efeméride cochabambina.

Un famoso médico valluno dispuso que las heridas de mi trasero fueran tratadas con la espuma de la cerveza que rebalsaba de nuestros chops de Taquiña, remedio prodigioso que me alivió totalmente, luego fui sentado en una de las mesas principales en medio de algodones.

Un orador citadino rindió un homenaje al famoso cochabambino llamado “El Ojmillo” y homenajeó también al famoso “Loro Buero”, ambos personajes inolvidables.

Un personaje tarateño recordó a su pariente René Barrientos y se refirió a la planta de amoniaco y urea que unos coreanos construirán en Cochabamba. El orador lamentó que al anunciar la firma de ese contrato no se hubiera mencionado a los millones de cochabambinos que fueron y son parroquianos del bar Comercio, que contribuyeron con sus propias ureas depositadas en los urinarios de este histórico bar, las que habrían podido servir para abonar las tierras del territorio boliviano.

Luego le pidieron que hablara a mi comadre Macacha, quien no se hizo de rogar y dijo en breve discurso: “Paisanos míos, al ver el progreso de Cochabamba y la felicidad de los cochabambinos que hoy recordamos a Esteban Arze y otros muchos, mientras mi compadre y yo tenemos que sufrir todos los días el temor y la permanente zozobra en la llamada “Sede del Gobierno”, ofrezco en venta ese título que no sirve a los paceños para nada y sólo es motivo de reyertas cotidianas, marchas violentas, bloqueos callejeros y cercos indígenas por el solo hecho de ser “Sede del Gobierno…”.

Un silencio absoluto reinó en el ambiente y todos muy calladitos fuimos abandonando los comedores del bar Comercio. ¿Será que nadie quiere comprar la Sede de Gobierno? ¿O será que no hay Gobierno?