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No es hacia el aniversario de los días violentos de octubre de un pasado reciente que Bolivia debe mirar. Es al día 7, ese número emblemático que en Venezuela representará una jornada que tendrá a muchos bolivianos pegados a sus pantallas electrónicas y a sus televisores. Y probablemente a muchos ciudadanos de los países del ALBA. Ese día, Hugo Chávez y su “proceso de cambio” estarán sometidos al juicio democrático. Un conocido columnista de Tal cual Digital, de Caracas, con fina ironía escribía sobre el simbolismo del siete: siete días de la semana, siete pecados capitales, siete sacramentos, siete notas musicales, siete colores del arco iris y hasta siete los enanos de Blanca Nieves. Recordaba que a partir del 7 de septiembre empezaba la cuenta regresiva de un mes “para una de las elecciones más esperadas y anheladas” de la historia política venezolana. Las filas oficialistas de Bolivia, Cuba, Nicaragua, Ecuador y otros países observarán con aprehensión lo que ocurra en ese país del norte sudamericano.
Nunca Bolivia estuvo tan atada como ahora a ese país que representa mucho en nuestra historia. De allí viene el diesel que ofrecen los surtidores en todo el país, por el que Bolivia paga el precio internacional (aproximadamente un dólar el litro) y lo vende a la mitad. No hay otro suplidor a la vista. Venezuela cubría de su bolsillo la cuenta de “Bolivia cambia” y nunca se supo exactamente a cuánto alcanzaron los cheques que entregaba la embajada de ese país. Chávez es fuente primordial de inspiración del presidente Morales y del Movimiento Al Socialismo. Astutamente, la oposición que encabeza Henrique Capriles lo llama “el presidente saliente”. Capriles ha dicho claro y fuerte: Si gana se acabarán los préstamos generosos y las ayudas no reembolsables que han costado a los cofres venezolanos decenas de miles de millones de dólares.
Bajo el comandante Chávez, los ingresos venezolanos pueden haber superado un billón (doce ceros) de dólares, el doble de todas las exportaciones petroleras en más de 60 años hasta 1998. Con niveles de pobreza aún elevados y visibles en las enormes favelas de las ciudades y en la precariedad de los hospitales públicos y su red vial, la mayoría de los venezolanos se pregunta legítimamente: ¿dónde están esos reales?
Con los torrentes asombrosos de dinero generado por el petróleo, parecería cínico colocar a Venezuela entre las naciones en desarrollo. Sin embargo, la lista del desarrollo humano de 187 naciones la coloca en el número 73. Está debajo de nueve naciones de la región: Chile, Argentina, Uruguay, Cuba, México, Panamá, Trinidad y Tobago, Granada y Costa Rica. Bolivia está en el 108. Es natural percibir un sentimiento de frustración en los amigos venezolanos, como si hubieran perdido el cielo que parecía estar al alcance de sus manos.
La proverbial apatía venezolana hacia los acontecimientos políticos ha desaparecido y la que viene probablemente será la elección con mayor afluencia de su historia. Chávez, hasta hace pocos meses visiblemente afectado por un cáncer misterioso, luce pleno, pero lejos del vigor de antaño. Desde que comenzó la campaña en julio, su rival no ha cesado su recorrido para visitar el mayor número posible de pueblos, ciudades y barrios de la geografía de su país. Hasta ahora lleva más de 200 visitas. Chávez ha asistido a unos 15 actos oficiales (hasta este jueves). La juventud de Capriles (40 años) y la enfermedad del presidente casi sesentón pesan en la campaña.
Nunca una elección venezolana utilizó tanto los medios de comunicación, algo curioso en un país donde la prensa independiente está en jaque permanente (al igual que en latitudes que conocemos). Chávez detenta el uso exclusivo todos los medios del estado. Capriles le ha sacado amplia ventaja en el uso de medios electrónicos. La guerra encuestas es intensa. Sondeos independientes muestran a Chávez, antes solitario en la cabeza de las preferencias, con Capriles en los talones y hasta superándolo.
La ansiedad de los venezolanos es compartida por Cuba, cuyas finanzas tienen en el petróleo venezolano un balón de oxígeno vital e insubstituible. En menor escala pero fundamental, la ansiedad también está presente en Ecuador y Nicaragua. La del domingo el 7 de octubre será la madre de las batallas democráticas de la región.
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