Ciudad del Vaticano.- El papa Benedicto XVI regresó ayer a Roma, procedente de Beirut, tras concluir un viaje de tres días a Líbano.
El avión que trasladó al pontífice, un Airbus A320 de la compañía libanesa MEA, aterrizó en el aeropuerto romano de Ciampino a las 21.35 hora local (19.35 GMT), tras recorrer los 2.196 kilómetros que separan la terminal “Rafiq Hariri” de Beirut de la capital de Italia.
Desde el aeropuerto de Ciampino, Benedicto XVI se trasladó a la residencia de Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma, donde pasa el verano, informó Efe.
Este ha sido el vigésimo cuarto viaje de los realizados por el papa Ratzinger por el mundo en sus siete años de pontificado y el cuarto a la zona, tras los efectuados en 2006 a Turquía, en 2009 a Tierra Santa -donde visitó Jordania, Israel y los Territorios Palestinos- y en 2010 a Chipre.
Esta visita tuvo lugar en medio de la tensión en la región por el conflicto en Siria y el vídeo sobre Mahoma.
En estos tres días de estancia, el Pontífice, de 85 años, pidió por la paz en Oriente Medio, en especial por Siria, y por la unidad de los cristianos.
El motivo del viaje fue la entrega a los obispos de la región de la Exhortación Postsinodal (documento final) del Sínodo de Obispos para Oriente Medio celebrado en 2010 en el Vaticano.
Más temprano, el papa Benedicto XVI imploró a Dios y a la Virgen por la paz en Oriente Medio, en especial por Siria, en una misa que se celebró al aire libre en el muelle de Beirut ante centenares de miles de personas, en la última jornada de su visita.
El santo padre, vestido con una sotana verde, llegó al puerto en el papamóvil, con una de las ventanillas semiabierta, desde donde saludó a los fieles congregados a lo largo de su recorrido, que portaban carteles con mensajes como “Benedicto XVI, te quiero” y banderas del Líbano y de otros países.
A su llegada, Joseph Ratzinger subió al altar blanco en forma de cedro -árbol que simboliza al Líbano- instalado en el muelle, mientras sonaba el himno “Cómo amo tu misericordia”, en lengua siriaca, empleada en los rituales maronitas (cristiano de Oriente).
En la homilía, el papa hizo continuas menciones de la situación en la región e instó “a la comunidad internacional y a los países árabes, en su calidad de hermanos, que propongan soluciones viables que respeten la dignidad de cada humano, sus derechos y su religión”.
“Ojalá los hombres comprendan que todos somos hermanos -prosiguió-. María, que es nuestra madre, comprende nuestra preocupación y nuestras necesidades. Con los patriarcas y obispos presentes, pongo a Oriente Medio bajo su protección maternal”.
Asimismo, expresó su esperanza de que con la ayuda de Dios se pueda trabajar con ardor en el establecimiento de la paz, “necesaria para una vida armoniosa entre hermanos, cualesquiera que sean los orígenes y las convicciones religiosas”.
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