Bolivia, desde su fundación como República en 1825, ha caminado de tumbo en tumbo, debido que fuerzas externas manipularon, amedrentaron y subyugaron a los gobernantes de turno, en dictadura y democracia, según sus intereses particulares mezquinos. Por esta actitud se mantiene el secular atraso del país.
Bolivia, empobrecida y subdesarrollada, fue objeto de saqueo, con uno u otro argumento, de sus recursos naturales, renovables y no renovables, por quienes alentaron inclusive acciones belicistas. Ejemplos de ello son la invasión chilena de 1879, la Guerra del Chaco de la década del 30 del siglo pasado y otros conflictos territoriales, por los cuales perdimos extensos territorios y hasta mar.
En este marco quienes no apoyaron las históricas proyecciones de transformación nacional, se prestaron al accionar de grupos e individuos que, con displicencia y soberbia, veían a Bolivia como su “patio trasero”, postergando sus justas aspiraciones de progreso y prosperidad.
Esta situación nos obliga ahora a emprender buenos negocios para Bolivia, con patriotismo, responsabilidad y objetividad, para generar fuentes de trabajo, ante el aumento del desempleo, que angustia a todos los que carecen de un ingreso mensual.
Los bolivianos, que hemos adquirido un compromiso inquebrantable con los supremos intereses de la Patria, consideramos que la recuperación, de manos extranjeras, de los hidrocarburos y la riqueza mineralógica, es un imperativo del momento histórico, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos del oriente y occidente, ofreciendo apropiada alimentación, educación y salud.
Esos recursos naturales deben retornar, de manera urgente, al Estado boliviano, mediante una acción patriótica, con la participación de gobernantes y gobernados, de ricos y pobres, de citadinos y rurales, con una cruzada sin precedentes en la historia, de cara al Siglo XXI.
El hombre fue creado por la divina providencia para el disfrute, con equidad, solidaridad e igualdad, de los productos que ofrece la naturaleza. Jesucristo multiplicó peces para alimentar a sus congéneres hambrientos, nutritivo alimento que provenía de los recursos piscícolas que hoy escasean ante el desmesurado crecimiento de la población.
En suma: unidos orientales y occidentales, urbanos y rurales, debemos acabar con el sometimiento extrínseco, con el propósito de recuperar los recursos naturales que hoy, como ayer, benefician a unos cuantos y no al conjunto de la ciudadanía, que clama un futuro mejor. ¡Recuperar la dignidad nacional es una necesidad de todos los tiempos!
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