Entre el ruido de petardos y bocinas, las marchas recorrieron de forma pacífica la capital, Oporto (norte del país) y otra veintena larga de ciudades lusas para expresar el rechazo a la política de austeridad exigida por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), que mantiene bajo estrecha vigilancia las finanzas del país.
Estos tres organismos, que concedieron a Lisboa 78.000 millones de euros en mayo de 2011 y evitaron la bancarrota del país, fueron hoy blanco de la protesta popular, junto al Ejecutivo de Passos Coelho.
Las autoridades lusas no facilitaron, como es habitual, cifras sobre las manifestaciones, pero los medios locales y los organizadores coincidieron en que la de hoy fue una de las jornadas de mayor contestación callejera registrada en el país en los últimos años.