La Reforma Agraria creada mediante decreto el 3 de agosto de 1953, siendo el gobierno de facto del MNR y, luego, aprobada como ley recién el año 1956 por el Congreso Nacional, es un instrumento legal que debió haber cambiado todas las estructuras agrarias del país; sin embargo, por dejadez, nomeimportismo del régimen e irresponsabilidad de los gobiernos siguientes, no se han concretado sus diversas regulaciones.
Hay que reconocer que la Reforma Agraria en sus diversos capítulos y artículos es uno de los grandes y positivos documentos elaborados durante el sexenio movimientista; lamentablemente, ese mismo régimen lo descuidó y continuó con la mala política de utilizar al campesino sólo como elemento de choque, conjuntamente milicianos y barzolas; usó a los campesinos para concentraciones “multitudinarias” (como sostenía el propio Gobierno) y para marchas y manifestaciones a favor del régimen imperante, que hizo numerosas promesas al campesinado, sin haberlas cumplido.
Lo que establece la Reforma Agraria y que debía tener aplicación inmediata a partir de 1953, eran aspectos inherentes a la vida misma del hombre de campo, campesino, colonizador, originario, indígena o como hoy se lo quiera denominar: instalación de sistemas educativos acordes con las urgencias y necesidades de los niños, especialmente utilizando su misma lengua para el aprendizaje y disponiendo que el español o castellano sea materia complementaria; edificación de escuelas, colegios y centros superiores de enseñanza técnica; crear becas para estudios de especialización; construcción de hospitales, postas sanitarias y centros odontológicos en el campo; envío periódico (para orientación y guía en técnicas agrícolas) de asesores, técnicos e ingenieros agrónomos; compra y enseñanza para el manejo de maquinaria y herramientas; provisión de abonos y semillas; construcción de viviendas; instalación de energía eléctrica y agua potable; apertura de caminos vecinales que se vinculen con los troncales; construcción de obras de infraestructura como puentes y caminos, centros recreativos como campos deportivos, etc., etc.
El no cumplir con la gente del campo ha originado que la migración a las ciudades y centros poblados sea un hecho permanente, porque especialmente los jóvenes del campo señalaron que fueron engañados al no cumplirse nada de lo dispuesto por una ley. Hombres y mujeres del altiplano, de las cabeceras de valle y de los valles mismos optaron también por trasladarse a las regiones orientales y, en muchos casos, a países vecinos como la Argentina, donde trabajaron en condición de obreros en las zafras de la caña y peones en los campos de trigo y todo lo que ese país producía. Otros países como Chile, Brasil y Perú también han recibido a campesinos bolivianos dispuestos a trabajar y forjarse un futuro que en su Patria no habían logrado.
Los yerros en los que incurrieron todos los gobiernos, de 1953 a esta parte, podrían ser corregidos siempre que se aplique lo que dispone la Ley de Reforma Agraria; pero haciéndolo conciencialmente y con sentido de país; de otro modo, el despoblamiento de las áreas rurales, especialmente en el occidente del país, continuará y el trabajo en el campo quedará anulado por falta de trabajadores y de poblaciones que amen a su tierra y pueblos que los vio nacer. No son las palabras demagógicas o las vanas promesas las que podrían lograr un retorno masivo al campo; son los hechos, las realizaciones, la buena fe que se aplique y un sentido de honestidad y responsabilidad con esa parte importante de la población nacional.
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