Desde principios de la gestión administrativa del gobierno del sexenio se han producido observaciones acerca de las actividades gubernamentales, las mismas que han derivado en críticas cada vez más agudas, no sólo de parte de los sectores de oposición, sino en especial de destacados personajes de la alta jerarquía burocrática oficialista.
Los opositores observadores de la situación del país estuvieron recriminando a los integrantes de las cumbres del poder que estaban cometiendo errores, no por culpa de ellos mismos, sino como resultado del asesoramiento de personas carentes de idoneidad y en algunos casos inclusive de elementos extranjeros que estarían incrustados en medios gubernativos, los mismos que fueron calificados por el presidente Morales como “infiltrados”, que debían ser purgados para evitar que la nave del Estado navegue a la deriva y esté a punto de irse a pique.
Las principales críticas en ese sentido apuntaban a algunos niveles de asesoramiento político como los culpables de gafes y hasta de errores en política internacional, negociaciones que terminaron en fracasos que hicieron quedar mal a los gobernantes y al país en general.
Entre los asesoramientos erróneos se encuentra, por ejemplo, la represión a la Octava marcha indígena en Chaparina, decisión que en vez de resolver el problema del TIPNIS lo agravó en tal forma que determinó que las poblaciones urbanas de todo el país se pongan al lado de las víctimas y, naturalmente, contra los monopolistas de la violencia.
Por si fuera poco, las críticas a los asesores de las autoridades estatales han estado creciendo, al extremo que un grupo de intelectuales que apoyaba el régimen operante se retiró del oficialismo y pasó a las filas de la oposición, engrosando las filas de los partidos contrarios al Gobierno. Pero es más, algunas de esas manifestaciones opositoras resultaron más virulentas que las de la antigua oposición, tal el caso de un ex Viceministro de Régimen Interior que acusó a altos funcionarios estatales de facilitar el dictado de medidas que están en contra la línea de la presidencia del “Estado Plurinacional”.
Ese ex Viceministro afirmó sin rodeos que “Alrededor de Evo hay gente… a la que considero responsable de muchos errores… porque responde a su línea propia…”. Enseguida agregó que “El resto (de los funcionarios) es todo un equipo que en general padece de una debilidad fundamental que es decirle siempre al Presidente lo que calculan que es lo que él quiere escuchar” y que por ese camino “nos encontramos que el Presidente todo el tiempo se escucha a sí mismo porque está escuchando no lo que la gente piensa y mucho menos lo que las bases piensan, sino él está escuchando a los que lo adulan y lo rodean”. Enseguida manifestó en un artículo publicado en un importante diario nacional que “los dirigentes sociales, en su afán de adular al Presidente no fueron capaces de decirle que se está equivocando” (como en el caso del gasolinazo).
En fin, críticas de esa naturaleza han proliferado, revelando que algo “huele mal en Dinamarca” como dijo Hamlet en sus horas de angustia -siempre ateniéndonos al ex Viceministro declarante.
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