Chaparina: A un año de la represión

Apoyo popular a octava marcha crecía a pesar de descalificaciones del Gobierno



La dirigencia de la octava marcha recibía el apoyo de las comunidades por las que hacían su paso. Un grupo ya se adelantaba hacia Chaparina.

El miércoles 21 de septiembre del pasado año, el bloqueo continuaba en Yucumo, los indígenas de la octava marcha aún tenían dificultades para acceder al agua y a los alimentos. Las autoridades gubernamentales continuaban desacreditando al movimiento indígena, mediante denuncias y el presidente Evo Morales cumplía la misma labor a través de medios internacionales. Sin embargo, el apoyo ciudadano crecía hacia los marchistas, llegaban las donaciones y las redes sociales se saturaban con mensajes de aliento para los comunarios.

“Cada día nos enterábamos de las campañas que realizaba para desacreditar a los dirigentes. Pero todas eran denuncias sin fundamento, mentiras que utilizaba el Gobierno para distraer la atención porque en realidad quería construir la carretera y dividir nuestra casa grande”, expresó el dirigente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), Lázaro Tacoó.

Los efectivos policiales impedían el paso de la octava marcha y los colonizadores coincidentemente al lugar del cerco policial y cerca de las 14:00 horas, se escucharon algunos dinamitazos.

Mientras la coordinadora del Sistema de Naciones Unidas (ONU) en Bolivia, Yoriko Yasukawa, intentaba persuadir tanto a las autoridades como a los comunarios de Tierras Bajas, a concertar soluciones y establecer una mesa de diálogo.

EJECUTIVO

Las denuncias de diferentes ministros de Estado sumaban y seguían y el presidente Evo Morales, seguía la misma línea, haciendo declaraciones similares en contra de los marchistas, a través de la cadena de noticias internacional, CNN.

El Mandatario hizo referencia a las denuncias que presentadas en la Corte Interamericana de Derechos Humanos y dijo que “muchas fuerzas sociales presentaron demandas (...) nunca demostraron que ellos tenían la razón, los periodistas de Bolivia decían que no hay libertad de expresión, normas que violaban los derechos de los periodistas, falso”.

Por otro lado, el apoyo ciudadano crecía pese a estas supuestas agresiones. Durante su recorrido la octava marcha recibía palabras de aliento, abrazos, donaciones de alimentos y aplausos. En tanto, en la Sede de Gobierno, organizaciones políticas y ciudadanas realizaban campañas de recolección para llevar a los marchistas los artículos que más necesitaban.

En las redes sociales, especialmente los jóvenes, manifestaban su apoyo al movimiento indígena, con fotografías y frases alentadoras a las demandas del Tipnis.

 
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