La noticia oficial, paralela a la ofrecida por la ONU y el Gobierno de Estados Unidos, en sentido de que Bolivia erradicó en el presente año 7.786 hectáreas de cultivos de coca, ha sido recibida con interés por la población nacional. La noticia fue confirmada por fuentes del Gobierno de EEUU y la Oficina contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas. En forma concreta, según un dato norteamericano, las hectaáreas cultivadas bajaron de 34.500 a 30 mil el año pasado, lo cual significaría una reducción porcentual de 13 por ciento, mientras tanto para Naciones Unidas la rebaja fue de 12 por ciento y las hectáreas de coca se redujeron de 31 mil hectáreas a 27.200.
Pero tan alentadora noticia desilusionó a la opinión pública, ya que, de otro lado, las informaciones señalan que la producción de cocaína ascendió en 28 por ciento o sea que pasó de 205 toneladas en el año 2011 a 265 el 2012.
En todo caso, se trata de informaciones abstractas que dan origen a dudas que dificultan el conocimiento exacto de lo que sucede. En efecto, los indicadores no señalan específicamente en qué lugar del país se erradicó esos cultivos y tampoco se menciona qué clase de plantaciones fueron erradicadas, las antiguas o las nuevas. De otro lado, si bien se anuncia la erradicación de plantaciones cocaleras, nada se dice acerca del aumento de nuevos cultivos en regiones de yungas, parques nacionales y algunas zonas poco accesibles, lo cual hace cambiar el contenido de los datos estadísticos publicados.
Lo notable de las noticias acerca de la erradicación de coca es que ha provocado nuevos roces entre los gobiernos de La Paz y Washington y mientras el primero sostuvo, por medio del presidente Evo Morales, que EEUU no tiene “autoridad moral” para referirse a la cuestión cocalera en Bolivia, que “Estados Unidos fracasó a nivel mundial” en la lucha contra las drogas y que el “imperio” debe erradicar su mercado de droga, las autoridades americanas han seguido insistiendo en que buscan por todos los medios recuperar la normalidad en sus relaciones con el Gobierno boliviano.
De otro lado, se debe agregar que todavía se deberá hacer mayores esfuerzos para la erradicación de coca, ya que en algunas zonas no hay avances y el precio de la hoja sigue subiendo como resultado de la mayor demanda; se sigue erradicando algunas áreas de cultivos de frutales, verduras, cafetales y otras, etc., lo cual significaría que si bien la lucha contra el cultivo de coca es exitosa en algunas regiones, no lo es, ni mucho menos, en otras.
También se debe indicar que si bien se erradica algunas áreas de cultivos, no se señala que la productividad en el cultivo de coca está aumentando en forma notable, pues los cocaleros utilizan abonos (y pronto tendrán una fábrica de urea en el mismo Chapare), practican riegos por aspersión, atienden sus plantaciones con obreros asalariados, utilizan transportes más rápidos, tienen asegurado el mercado de consumo y, ante todo, están aprovechando el programa del gobierno denominado “Mi agua”, que significa la inversión de cerca de mil millones de dólares. Así mismo, los cocaleros esperan que aumente el consumo y se abra el territorio del TIPNIS, donde tendrán unas 20 mil hectáreas de tierras fértiles para cultivar coca.
En síntesis, resulta que es algo peligroso utilizar conceptos abstractos -como hacen Naciones Unidas, EEUU y el Gobierno de La Paz- que si bien en la apariencia permiten sensaciones optimistas, en el fondo pueden ser todo lo contrario.
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