Hasta pronto Guillermo


El sábado 15 de septiembre dejó de latir su corazón de hombre y de amigo, que por sus venas corría la sangre política, pero completamente diferente de los actuales, porque era una verdadera sabia de concertación y de respeto al ser humano, sea opositor u oficialista, de respeto a esta patria, a esta tierra y a esta ciudad que te vio nacer hace 73 años, recuerdan sus amigos de siempre.

Hablar o comentar de ti sería ingresar al tiempo y al espacio de la historia contemporánea, dado que tu figura está y estará escrita no en ampulosos libros de pseudo historiadores, más bien en el corazón de los bolivianos y especialmente de aquellos que pudimos soñar, aprender y compartir tu sapiencia, tus análisis, tus mensajes de esa inagotable experiencia política, pero lo más grande y loable fue tu lealtad, con tu ideología, con tu líder y con tu militancia, con tus amigos y enemigos, en la oposición y en el poder, lealtad que si bien debería ser una práctica de todos y especialmente aquellas instituciones corporativas que nunca entendieron por lo menos el significado de esta palabra, que para ti Guillermo era práctica de todos los días

Nos dejas, pero el recuerdo leal perdurará en quienes tuvimos el honor de compartir unos momentos de tu vida y de trabajar contigo, de escuchar tus sabios comentarios lejos de la injusticia, lejos de la diatriba, lejos de la calumnia vil, lejos de la maldad humana, que ahora es práctica diaria y constante, lejos de esa persecución artera que es el comportamiento de todos aquellos que no tienen la capacidad de entender que es la democracia, porque “los hombres malos no encuentran en su espíritu canciones” (F. Nietzsche)

Guillermo tenías canciones democráticas, tenías canciones de lucha política, canciones de amistad, canciones de humildad, pero también tenías canciones que golpeaban y herían a aquellos que hacen práctica constante de la calumnia y la elucubración ladina, porque Guillermo practicabas plenamente lo que afirmó Bolívar: “En política nada vale tanto y cuesta menos como la demostración de respeto y consideración sobre todo cuando la superioridad es marcada y no se puede atribuir a timidez” (23-2-1825), ojalá que ahora los que se dicen ser bolivianos entendieran este mensaje que plenamente aún por aquellos, que como dice la sabiduría popular: “los que tenemos dos dedos de frente”.

 
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