Al culminar su misión en Bolivia, los embajadores del Japón, Toshio y Keiko Watanabe, se despidieron de sus incontables amistades en una recepción social ofrecida en su residencia de Calacoto.
No hubo discurso de despedida ni informe de actividades, sin embargo queda la imagen de un diplomático que, durante dos años, trabajó incansablemente a través de la cooperación japonesa en los sectores que son pilares para el desarrollo de un país, como la educación y la salud, al margen de haber concretado otros importantes proyectos a nivel nacional.
Lo mismo ocurrió con su esposa, Keiko,quien en el cargo de presidenta de la Asociación de Damas Diplomáticas y Organismos Internacionales organizó una cadena de actividades benéficas para colaborar con los sectores más necesitados de la sociedad.
La noche de su despedida, los diplomáticos japoneses recibieron diversas muestras de afecto y los mejores deseos de éxito en sus actividades futuras en Japón.